Oponerse a la marcha de la historia

P. Fernando Pascual

28-8-2021

 

Según algunas teorías, no es posible oponerse a la marcha de la historia. O, si alguien intentara oponerse, sería derrotado por los acontecimientos.

 

Esas teorías se hicieron presentes en algunos movimientos políticos del pasado. Algunos comunistas y algunos nazis creían que la marcha de la historia estaba de su lado, y que los oponentes serían aplastados.

 

La realidad de los hechos ha mostrado dos cosas: que sí resulta posible oponerse a lo que algunos llaman “marcha de la historia”; y que incluso uno puede revertir y cambiar esa marcha.

 

Sin embargo, la situación se hace más complicada cuando intentamos describir qué significa la fórmula “marcha de la historia”.

 

Si uno adopta una visión determinística, donde el pasado ha impuesto el modo de ser del presente, y el presente ha establecido lo que será el futuro, la marcha de la historia sería una especie de recorrido triunfante donde ya todo estaría escrito.

 

En cambio, si uno se sitúa en una visión no determinística, en la cual existen hombres y mujeres libres que cada día toman decisiones imprevisibles, con todos sus misterios y sus cambios radicales, entonces la marcha de la historia quedaría fuera de cualquier tipo de previsiones infalibles.

 

El derrumbamiento del engañosamente “milenario” Tercer Reich de Hitler, o del comunismo soviético que avanzaría de modo imparable por todos los campos del mundo, o del capitalismo que prometía un bienestar continuamente mejorado, han mostrado cómo en la historia no hay nada estable y cómo todo puede cambiar.

 

Lo cual implica que la expresión “oponerse a la marcha de la historia” tendría un significado contradictorio, precisamente porque esa supuesta marcha cambia continuamente, y porque cada uno puede decidir si acepta o rechaza lo que ahora domina pero mañana puede ser sustituido por algo completamente nuevo.

 

En el fondo de estas cuestiones, radica un gran misterio: el de la libertad humana que cada día escribe páginas de miseria o de grandeza. Los historiadores luego intentarán contarnos lo ocurrido, y lo harán correctamente si reconocen que nada estaba fijado de antemano, sino que cada uno, en mayor o menor medida, colabora en ese camino misterioso que confluye en lo que luego llamamos como “marcha de la historia”.