Derechas, izquierdas, ética y Estado

P. Fernando Pascual

28-8-2021

 

La distinción entre derechas e izquierdas tiene una larga historia y ha sido objeto de estudios y discusiones, sobre todo en las últimas décadas. Como acercamiento al tema, conserva una sorprendente actualidad el libro “Derecha e izquierda” del pensador italiano Norberto Bobbio (1909-2004).

 

Sin detenernos en los muchos aspectos que entran en juego a la hora de definir derecha (o derechas) e izquierda (o izquierdas), salta a la vista, como se nota claramente en el libro de Bobbio, que las distintas maneras de comprender la ética y el Estado juegan un papel clave en las reflexiones sobre el asunto.

 

Quienes explican qué sea derecha y qué sea izquierda, no pueden eludir el tema ético, porque directa o indirectamente se hace presente cómo todo esfuerzo por definir estas dos grandes familias ideológicas lleva a determinar si las izquierdas sean éticamente superiores a las derechas, o viceversa.

 

Basta con observar numerosos debates políticos, sea en las campañas electorales, sea en las discusiones en el parlamento, sea en otros ámbitos públicos, para notar cómo los que se sitúan en uno u otro lado suelen declararse mejores respecto a los que se sitúan en el otro bando.

 

Este fenómeno es recíproco, y en parte encuentra una doble justificación. La primera: si escojo una orientación política, es obvio que la escojo en cuanto la considero buena o, al menos, mejor que la otra. La segunda, quizá más subjetiva: normalmente las personas declaran como buenos los estilos de vida que han elegido y buscan justificarlos.

 

Esta doble justificación puede ponerse en duda simplemente desde un análisis a fondo de los argumentos y propuestas que defienden quienes adoptan posiciones de derechas o de izquierdas. Porque en política, como en ética, lo realmente importante consiste en orientarse al bien verdadero, lo cual no resulta nada fácil cuando por diversos motivos hay muchos modos, incluso contrapuestos, de definir qué sea algo bueno.

 

Reconocer esta situación problemática, a la hora de analizar las propuestas de derechas y de izquierda, exige un diálogo serio y sereno para ir a fondo en los principios y en las aplicaciones de cada propuesta, lo cual es posible cuando se dejan de lado prejuicios que distorsionan las reflexiones, y se superan descalificaciones que hacen difícil un diálogo sereno entre las personas que tienen ideas diferentes.

 

A través de ese diálogo quedarán a un lado contraposiciones radicales que tanto daño pueden provocar en la vida pública, y se avanzará hacia puntos de encuentro, fundados en una visión correcta sobre lo que sea el bien común, y sobre el modo correcto de organizar el Estado. Lo cual, en el fondo, es la aspiración más hermosa de quienes desean promover la convivencia y la justicia entre quienes vivimos en sociedad.