Felicidad cuando uno da con
cariño
P. Fernando Pascual
23-7-2021
Hay felicidad cuando se
termina un trabajo, o cuando se hace un paseo entre montañas y cascadas, o
cuando dedicamos el día a estar con un amigo, o cuando recibimos la noticia de
la curación de una enfermedad complicada.
Por eso, hace fiesta el
campesino tras la cosecha, o el arquitecto y los albañiles ante el edificio
recién terminado, o los jóvenes y los adultos cuando empiezan las vacaciones.
Hay una felicidad mucho más
grande, más honda, más completa, que surge en nosotros cuando podemos dar con
cariño.
No se trata solo de dar cosas
(un vestido, un poco de dinero, unos bombones, un celular nuevo), sino de darse
a sí mismo: tiempo, salud, planes personales que aparcamos para atender al
otro.
Es una enseñanza de Jesús que
no está en los Evangelios, sino en los Hechos de los Apóstoles: “Hay mayor
felicidad en dar que en recibir” (Hch 20,35).
A veces no percibimos esto.
Incluso pensamos que dar implica perder, dejar, desgastarse, posponer los
propios planes para invertir tiempo y corazón en lo que no sabemos cómo va a
resultar.
Pero cuando uno toca la
alegría del otro que se siente acogido, escuchado, apoyado, consolado, en
momentos difíciles y, también, en momentos de gozo, entonces se da cuenta de
que vale la pena dar gratis ese tiempo, esa salud, esos bienes con los que Dios
nos ha bendecido y que podemos compartir.
Este día habrá que poner en
marcha muchas actividades, algunas “obligatorias” (hay que trabajar), otras más
o menos opcionales.
Lo importante es, cuando
estamos ante un cruce de caminos, escoger aquella dirección que nos permite
invertir tiempo y corazón en dar con cariño lo que tenemos gracias a la bondad
de Dios y de otros que nos han dado mucho más de lo que podamos devolver...