Discriminaciones en las redes
sociales
P. Fernando Pascual
1-5-2021
Un médico explica los posibles
riesgos de una medicina o de una vacuna. Lo hace en redes sociales. De repente,
sus intervenciones quedan censuradas, o cubiertas con un aviso (“peligro”, “posible
fake news”).
A los pocos días, el gobierno
del país donde vive ese médico suspende la venta de esa medicina o de esa
vacuna, tras las noticias de reacciones (incluso de muertes) que el uso de
tales productos ha provocado en algunas personas.
¿Por qué el médico que avisaba
de un peligro fue censurado, y luego el gobierno que tomó una decisión parecida
a lo dicho por el médico no tiene ningún problema para actuar como pensaba ese
médico?
Las explicaciones sobre este
extraño fenómeno pueden ser varias. Pero hay una que resulta sumamente grave:
el hecho de que existan discriminaciones y abusos en los propietarios y
gestores de las redes sociales.
Una red social existe para
permitir la libre comunicación de las personas, en el respeto de unos principios
básicos de convivencia. Pero no sería correcto que esa red social aplicase
censuras discriminatorias sobre opiniones que merecen ser escuchadas en un sano
debate de las ideas.
En un mundo auténticamente
disponible a escuchar diferentes puntos de vista, sobre todo en temas que tocan
la salud de las personas, no tiene sentido que se censure a particulares y se
deje espacio libre a la difusión de las tesis de los gobernantes y, quizá, de
algunos grupos de poder.
Cuando los gobiernos tienen “barra
libre” en el mundo de la comunicación, mientras particulares, especialmente
profesionistas y estudiosos, son censurados de modo sorprendente, significa que
estamos cerca de una especie de alianza dictatorial entre el poder público y
algunos gestores de Internet.
Frente a quienes difunden solo
las tesis que interesan a los gobernantes, a ciertos grupos de poder, a grandes
industriales, a farmacéuticas que buscan controlar la investigación, hay que
saber defender la bandera de la libertad de investigación y del debate de las
ideas.
El mundo avanza cuando lo que
no está claro puede ser discutido públicamente, sobre todo con ayuda de quienes
tienen mayor competencia en temas que siguen abiertos.
Lo anterior se aplica
especialmente en lo que se refiere a temas sanitarios que requieren prudencia
para no declarar como seguros a medicinas que todavía han de ser analizadas más
a fondo respecto de las reacciones que puedan provocar en quienes las utilicen.