COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO DÉCIMO TERCERO: 9

Padre Arnaldo Bazán

 

“Los siervos del amo se acercaron a decirle: “Señor, ¿no sembraste semilla buena en tu campo? ¿Cómo es que tiene cizaña?” El les contestó: “Algún enemigo ha hecho esto." Dícenle los siervos: "¿Quieres, pues, que vayamos a recogerla?” Díceles: “No, no sea que, al recoger la cizaña, arranquen a la vez el trigo. Dejen que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recojan primero la cizaña y átenla en gavillas para quemarla, y el trigo recójanlo en mi granero” (13,27-30).

 

La verdadera enseñanza de esta parábola está en estos versículos.

 

El mundo se encuentra lleno de gente. Una parte, sin duda la mayor, es buen trigo, aunque pueda diferir en calidad. Son los que buscan de corazón el Reino de Dios.

 

Muchos buscan este Reino “a tientas”, sin conocerlo, como diría san Pablo en su discurso a los griegos en el Areópago de Atenas (ver Hechos 17,27).

 

Otros lo han conocido a medias o han podido tener un conocimiento superior al llevar una vida entregada a su servicio y al cumplimiento de sus mandatos.

 

Pero hay - ¿muchos? - que quizás han conocido de algún modo a Dios, pues a nadie le faltan los medios necesarios para al menos intuir su existencia, pero a pesar de eso lo han rechazado y se han dedicado a hacer el mal a sus prójimos.

 

Estos serían la cizaña mezclada con el trigo.

 

Hay que notar que la cizaña, segun los expertos, crece muy pegada al trigo, de tal modo que sería muy difícil cortarla sin que, al mismo tiempo, se corte también algo del trigo.

 

El amo (Dios) había sembrado trigo del bueno, pero el enemigo (el Diablo) sembró a su vez cizaña.

 

Trigo y cizaña, por tanto, andan mezclados en nuestro mundo, y si quisiéramos acabar con la cizaña correríamos el seguro riesgo de eliminar, si no todo, parte también del trigo.

 

Muchas veces se oye decir a gente fanática y extremista: “el mejor enemigo es el que está muerto”. Si todos tuviéramos esta manera de pensar ya no quedaría nadie en el mundo.

 

No nos toca a nosotros juzgar quiénes son la cizaña, es decir, los malos. La sociedad tiene todo el derecho de defenderse de los que atentan contra las leyes que rigen el buen entendimiento entre los ciudadanos. Por eso, lamentablemente, necesitamos las cárceles.

 

Pero no hay tribunal en este mundo que pueda juzgar lo más íntimo del ser humano: su conciencia. Y hay muchos que actúan mal por razones que sólo Dios conoce y sólo El puede juzgar.

 

Por eso, no pretendamos acabar violentamente con la cizaña. Tratemos de crear un mundo donde impere el amor, que es la verdadera tarea de un buen cristiano.