Inteligencia artificial y
seres humanos
P. Fernando Pascual
5-4-2021
El gran desarrollo de la
tecnología humana permite construir aparatos cada vez más sofisticados, sobre
todo en el mundo de la electrónica, la informática y la robótica.
La literatura (por ejemplo,
con las novelas de Asimov), el cine, y otros ámbitos, afrontan temas y
preguntas sobre lo que llegará a ser la inteligencia artificial, y sobre sus
semejanzas o diferencias respecto de los seres humanos.
Entre los diferentes aspectos
a considerar, hay dos de especial interés. El primero se refiere a la
posibilidad de crear una auténtica “inteligencia artificial”. El segundo, a
cómo compararla con el pensamiento y la voluntad del hombre.
Sobre la inteligencia
artificial, es obvio que algunas computadoras pueden realizar operaciones con
una perfección y velocidad imposibles para los seres humanos.
Esas operaciones, sin embargo,
son posibles gracias a programas elaborados por los técnicos. En otras
palabras, un robot o una computadora realizan actividades que dependen de sus
respectivos programas.
Algunos aparatos más
sofisticados pueden “autoprogramarse”, o modificar
los propios programas. Esas operaciones, sin embargo, también son posibles
precisamente porque el programador las ha creado.
Entonces, como han señalado
algunos autores, la expresión “inteligencia artificial” no sería correcta
puesto que los aparatos mejor elaborados no piensan ni llegan a tener una
conciencia auténtica, si bien sus actividades complementan, incluso superan, lo
que sea posible para los humanos.
Con esta respuesta se puede
afrontar la segunda pregunta. Una computadora o un robot, por más perfecto y
completo que sea, no es capaz ni de pensar ni de escoger como los hombres.
El motivo es sencillo: el ser
humano no es producto de un programa, ni depende en todo de lo que se le haya
impuesto en su cerebro o en otros órganos. El ser humano tiene una capacidad de
autorreflexión y de autocontrol que va mucho más allá de las mejores
prestaciones de un aparato electrónico.
Existe, desde luego, la
pregunta, incluso la idea aceptada por algunos, de que algún día la tecnología
construirá máquinas que tengan verdadera inteligencia y voluntad libre.
Tal idea llevaría a un sinfín
de absurdos, empezando por el hecho de que una máquina así ya no podría ser
controlada por nadie, como tampoco ningún ser humano (inteligente y libre)
debería ser controlado por otros.
El mundo, ciertamente, ha
logrado y logrará enormes progresos en el mundo digitalizado y en la invención
de aparatos sumamente complejos. Pero ese mundo necesita reconocer que lo más
importante será siempre trabajar por defender y ayudar a todo ser humano en su
desarrollo pleno.
Ese desarrollo permitirá un
buen ejercicio de su inteligencia, orientada a la búsqueda de la verdad, y una
sana orientación de su voluntad, que llega a su plenitud cuando alcanza el
bien.
Todo ello muestra la enorme
superioridad de cada persona respecto de las mejores computadoras, al mismo
tiempo que desvela la gran responsabilidad que todos tenemos a la hora de
orientar nuestras vidas para alejarnos del mal y promover el bien verdadero.