COMENTARIOS
AL EVANGELIO DE SAN MATEO
CAPÍTULO
DÉCIMO SEGUNDO: 16
Padre
Arnaldo Bazán
“Todavía
estaba hablando a la muchedumbre, cuando su madre y sus hermanos se presentaron
fuera y trataban de hablar con él. Alguien le dijo: “¡Oye! ahí fuera están tu
madre y tus hermanos que desean hablarte” (12,46-47).
Estos dos versículos, y
los dos siguientes, han sido aprovechados por muchos sectarios para tratar de
probar que María, la madre de Jesús, tuvo otros hijos, y también para
significar que el Maestro no era particularmente afectuoso con ella.
Ambas cosas, desde
luego, son un solemne disparate que no tiene asidero ni en la Escritura ni en
el sentido común.
Está más que probado que
María fue virgen antes, en y después del parto de Jesús. Así lo dicen la
Escritura y la Tradición de la Iglesia. Los Santos Padres, desde los tiempos
apostólicos, defendieron esta verdad.
La palabra “hermanos”,
incluso hoy, puede tener una acepción muy amplia. Así era entre los judíos.
Hermanos podrían ser los hijos de los mismos padres, como también los primos y
otros familiares. Hermanos sería sinónimo de parientes.
Un ejemplo de ello lo
tenemos en el libro del Génesis. Abraham, al salir de su tierra, llevó consigo
a su sobrino Lot, hijo de un hermano suyo, Llegó un momento en que tío y
sobrino se separaron a causa de una riña entre los pastores de ambos. Fue
entonces cuando Abraham dijo a Lot: “Ea, no haya
disputas entre nosotros ni entre mis pastores y tus pastores, pues somos
hermanos” (Génesis 13,8).
Es algo aceptado que en
esta ocasión, cuando María y sus hermanos se presentaron para hablar con El, se trataba de primos o parientes, que posiblemente le
echaban de menos ya que Jesús, después de comenzar su vida pública, sólo
regresó a Nazaret en contadas ocasiones.
La virginidad de María
está muy clara en los evangelios. Algunos podrían decir que los evangelistas no
aclaran que siempre lo fue, pero tampoco dicen lo contrario.
Lo cierto es que junto a
la cruz de Jesús no aparecio ni uno solo de esos
supuestos hermanos de carne, sino sólo María, algunas mujeres y Juan.
Y fue a este apóstol a
quien Jesús encomendó a su Madre, para que la tratara como un verdadero hijo.
¿No es verosímil pensar
que si María hubiera tenido otros hijos no tendría necesidad de la ayuda de
Juan? Lo que se desprende de esa escena es que María, en adelante, se quedaría
totalmente sola, por lo que Jesús quiso aliviar su soledad dándole en Juan a un
hijo que velara por ella.