Un hijo es....

Rosa Corazón Rosa Corazón 

 

Un hijo es un bien, el mayor bien que se pueda dejar en esta tierra. 

Entre tanta vorágine, de algún modo, se ha perdido la grandeza del hijo.

Entresaco de mi libro, recientemente publicado en BibliotecaOnline, “Matrimonio hoy. Proyecto de toda una vida”, este suceso:

En el Tribunal, un hombre, sentado en su mesa de trabajo y con cara de cierto cansancio, me dijo un día: Yo, lo único que voy a dejar en este mundo son hijos…

Pues es lo más grande que puedes dejar, le respondí sonriéndole.

Pasado un tiempo, un día que tenía que conciliar trabajo y familia, se llevó al tribunal a una de sus hijas. Al verla, pensé: ¡menuda hija guapa va a dejar en este mundo…!

De nuevo y en la sede del Tribunal, posteriormente le comenté sobre mi nuevo libro y le pedí permiso para añadir ese suceso. Me dijo que no sólo me daba permiso, sino que, además, por mail me enviaba este texto:

A la att. de quien corresponda:

Me llamo Raúl, tengo 33 años, estoy casado y tengo dos hijos. Me veo en la obligación de contar, con alegría, lo sucedido en mi familia: Mi mujer, en junio de 2010 sufrió un fallo inmunológico, y se quedó sin plaquetas (a cero tras seis análisis), llevaba varios días con manchas en la piel y, por eso, fue al médico y, de allí, al hospital, donde ingresó de urgencia.

Tras una semana hospitalizada, recuperó plaquetas, pero quedándose en un número muy bajo, aunque ya fuera de peligro inminente.

Este fue el primer milagro, gracias a las oraciones de todos mis conocidos y las mías propias; si bien, aunque yo no pedí la intervención directa de D. Álvaro del Portillo (Beato Álvaro del Portillo, Primer Prelado de la Prelatura del Opus Dei y primer sucesor del Fundador, San Josemaría Escrivá de Balaguer), sé que muchos de mis allegados sí lo hicieron. Desde entonces, mi mujer ha estado yendo al hospital cada mes para evaluarse y el médico no nos permitía tener más hijos (sólo teníamos uno).

Se lo comenté a un buen amigo y me recomendó encomendarme a D. Álvaro del Portillo.

Desde entonces, yo también le he rezado a D. Álvaro y recuerdo que ya, en el primer análisis posterior a aquella conversación, el médico, al ver la gran mejoría de mi mujer, nos dio permiso para tener más hijos; pero nos advirtió de los problemas que podría haber, pues como mi mujer estaba con la mitad de las plaquetas normales, podría desangrarse en el parto, la niña podría nacer con las plaquetas bajas y habría que ingresarla, habría que inducir el parto y controlarlo practicando probablemente una cesárea...

Con la oración nuestra y la de los que nos rodeaban y la ayuda especial de mi Director Espiritual, no nos vinimos abajo, y nos dejamos en las manos de Dios y tiempo después, mi mujer se quedó embarazada.

Análisis tras análisis, y médico tras médico, se fue confirmando que tanto la madre como el bebé estaban bien.

Ha habido altibajos, problemas en el trabajo de mi mujer, la cual ha tenido que estar de baja prácticamente todo el embarazo, etc; pero desde entonces, cada vez que ha podido haber una complicación, he sacado mi tarjetita de D. Álvaro del Portillo (estampa con la oración para la devoción al Beato Álvaro del Portillo) y él ha respondido, pese a mi indignidad.

Finalmente, el 23 de noviembre de 2012 nació mi segundo hijo, una niña: Irene, una niña preciosa.

Todo fue un milagro: a mi mujer le habían bajado las plaquetas un poco y le tendrían que provocar el parto ese día. Querían controlarlo todo por su riesgo de pérdida de sangre y porque la niña nacería, previsiblemente, con las plaquetas bajas y habría que ingresarla; pero Dios tenía otros planes…

Irene se adelantó y nació en la madrugada previa, sin ningún tipo de complicación. De hecho, en el análisis previo al parto, mi mujer había subido de plaquetas, fue un parto natural, apenas perdió sangre, y se mantuvo en un número muy bueno de plaquetas después del parto, y la niña nació con tal número de plaquetas, que no hubo que ingresarla. ¡Un milagro!

Quería contarlo y dar las gracias a D. Álvaro del Portillo. Muchas gracias por su atención. Un cordial saludo

Raúl García Sanz. Notario del Tribunal de la Rota de España.

Un hijo no es un derecho, es un don.

Un hijo es un don, a cuidar, a formar, a agradecer, por el que vale la pena dar la vida.

Un hijo es....

Transcribo el comentario sobre lo que es un hijo de autor desconocido, -aunque, por las redes atribuido erróneamente a un autor fallecido, negada su autoría por su viuda y por su fundación, además de no coincidir con su trayectoria-

“Hijo es un ser que Dios nos prestó para hacer un curso intensivo de cómo amar a alguien más que a nosotros mismos, de cómo cambiar nuestros peores defectos para darles los mejores ejemplos y, de nosotros, aprender a tener coraje. Sí. ¡Eso es! Ser madre o padre es el mayor acto de coraje que alguien pueda tener porque es exponerse a todo tipo de dolor, principalmente a la incertidumbre de estar actuando correctamente y del miedo a perder algo tan amado. ¿Perder? ¿Cómo? ¿No es nuestro? Fue apenas un préstamo… El más preciado y maravilloso préstamo, ya que son nuestros solo mientras no pueden valerse por sí mismos, luego le pertenece a la vida, al destino y a sus propias familias. Dios bendiga siempre a nuestros hijos, pues a nosotros ya nos bendijo con ellos”

ROSA CORAZÓN

DOCTORA EN DERECHO

ABOGADA DEL TRIBUNAL DE LA ROTA

PROFESORA

 

Publicado en Religión Confidencial, Sección Opinión, el 2 de febrero de 2021.