COMENTARIOS
AL EVANGELIO DE SAN MATEO
CAPÍTULO
DÉCIMO SEGUNDO: 3
Padre
Arnaldo Bazán
“¿Tampoco han leído en la
Ley que en día de sábado los sacerdotes, en el Templo, quebrantan el sábado sin
incurrir en culpa? Pues yo les digo que hay aquí algo mayor que el Templo. Si
ustedes hubiesen comprendido lo que significa aquello de: “Misericordia quiero,
que no sacrificio”, no condenarían a los que no tienen culpa. Porque el Hijo
del hombre es señor del sábado”(12,5-8).
Las polémicas sobre el
sábado entre Jesús y los fariseos fueron frecuentes. Y es que los fariseos,
como buenos hipócritas que eran, daban más importancia al cumplimiento exterior
de la Ley que al espíritu de la misma.
San Pablo nos advirtió sobre esto: "...la
letra mata mas el Espíritu da vida" (2a.
Corintios 3,6).
Tratando de convencer, no a los fariseos, sino a
los que escuchaban y que no eran de ese grupo, Jesús pone otro ejemplo de
excepción para trabajar en sábado. Los sacerdotes, en el Templo, tenían que
ofrecer y oficiar en rituales que a veces hasta exigían esfuerzo físico. Sin
embargo, lo que hacían era totalmente lícito.
Jesús, por otro lado, lanza una nueva afirmación de
lo que El realmente era: "Alguien mayor que el Templo". Lo que
significa que tenía la autoridad para declarar como lícito aquello que los
fariseos, en su fanático empeño por retorcer la Ley, consideraban pecaminoso.
Y les echa en cara no haber comprendido lo que
decía Dios por el profeta Oseas (6,6): "Porque yo quiero amor, no
sacrificio, conocimiento de Dios, más que holocaustos".
Son varios los pasajes de la Escritura en los que
vemos que el Señor aprecia más la bondad del corazón que el ofrecimiento de
sacrificios, y ayunos sin tener un corazón arrepentido, o una práctica religiosa
en la que no hay un verdadero compromiso de hacer el bien.
Como muestra de ello veamos lo que dijo Dios por el
profeta Isaías: "Lávense, límpiense, quiten sus fechorías de delante de mi
vista, desistan de hacer el mal, aprendan a hacer el bien, busquen lo justo,
den sus derechos al oprimido, hagan justicia al huérfano, aboguen por la viuda.
Vengan, pues, y disputemos - dice Yahveh -: Así fueren sus pecados como la
grana, cual la nieve blanquearán. Y así fueren rojos como el carmesí, cual la
lana quedarán" (1,16-18).
Parece que los fariseos nunca habían hecho caso de estas palabras del profeta. Así también nosotros podemos hacer lo mismo. No es raro encontrar hoy personas que se llaman cristianas que se contentan con lo exterior. pero su corazón está lejos del Señor.