P. Fernando Pascual
20-3-2021
La realidad es compleja. Por eso resulta difícil comprenderla. Si,
además, un analista usa una terminología inusual y demasiado sofisticada, se
hará muy difícil entenderle cuando hable sobre ciertos hechos de nuestro mundo.
Uno puede decir que en las próximas semanas subirán los precios de las
frutas. O puede decir que en el periodo a corto plazo resulta altamente
probable un reajuste en la macroeconomía con repercusiones inciertas en los equilibrios
monetarios que relacionan entre sí a autónomos de la urdimbre urbana y a
potenciales consumidores.
El párrafo anterior recoge dos formulaciones para decir lo mismo: una
breve, concisa, bastante clara. Otra más elabora, quizá técnicamente más precisa,
pero no tan comprensible.
Hay temas que no pueden ser tratados con palabras asequibles a todos,
porque en sí mismos son temas complejos que requieren un lenguaje técnico y
preciso, atento a matices que tienen su importancia.
Sin embargo, resulta posible, en argumentos complejos, buscar maneras
para expresarse de modo más o menos comprensible para quienes forman parte del “gran
público”.
En un mundo donde gira tanta información y donde hace falta tener
acceso a buenos análisis sobre lo que ocurre, vale la pena un pequeño esfuerzo
para decir las cosas, incluso complejas, con palabras simples.
Luego, para quien necesite ir más a fondo en los análisis y comprender
mejor las diversas dimensiones de un argumento difícil, será posible usar una
terminología más precisa, no accesible a todos.
Pero junto a textos elaborados para los especialistas, se agradece
mucho el esfuerzo de quienes, con un buen conocimiento de asuntos importantes,
saben ofrecer sus análisis con lenguaje sencillo y con esa claridad que, según
se ha dicho, en la cortesía de los filósofos y de tantos otros buenos
comunicadores.