El gobierno y la oposición
P. Fernando Pascual
6-3-2021
Lo vemos con frecuencia en
tantos países. Un partido político está en el gobierno. Hay una crisis
sanitaria, o de abastecimiento, o de delincuencia. Varios líderes de la
oposición critican al gobierno y su partido, piden la dimisión de los
responsables.
Llegan las elecciones. Quienes
estaban en la oposición pasan al gobierno. Empieza una crisis parecida a la
anterior: faltan camas en los hospitales, no llega la harina a la gente, los
robos callejeros siguen por las nubes.
Los nuevos gobernantes, que
eran tan críticos cuando estaban en la oposición, no dan la menor señal de
asumir sus responsabilidades y dimitir.
Uno dirá que lo anterior es
parte del juego político: quienes están en la oposición tienen la tarea de
señalar los puntos débiles de los gobernantes y exigir responsabilidades allí
donde existen graves daños sociales.
Pero en realidad si hubiera un
mínimo de coherencia política, quienes ayer pedían la dimisión de los
gobernantes por no ser capaces de intervenir eficazmente ante graves problemas
de abastecimiento, deberían tener el valor para dimitir si hoy, estando ellos
en el gobierno, no consiguen afrontar adecuadamente esos mismos problemas.
Uno supone que, detrás de este
tipo de comportamientos, hay solo un juego político orientado a conquistar el
poder. Si los otros cometen un fallo, deben dimitir. Si lo cometemos nosotros,
no somos tan malos y seguimos aferrados a nuestras poltronas...
Cuando la política llega a
este tipo de incoherencias y deformaciones, va en contra de su verdadera
naturaleza e incurre en uno de los mayores daños para la vida sociedad.
Conviene recordar siempre que
toda persona y todo grupo político que pretendan llegar al gobierno necesitan
tener siempre presente su objetivo: trabajar por el bien común, promover la
justicia, aliviar los males.
Si ese objetivo existe en el
corazón de los parlamentarios, los gobiernos, los partidos, dejaremos de ver
ese vergonzoso espectáculo de la incoherencia en tantos políticos que dicen una
cosa mientras están en la oposición, y lo contrario cuando están en el
gobierno.
Porque, conviene recordarlo
siempre, un político existe para los demás, no para sí mismo ni para su
partido. Si es consciente de su auténtica identidad, trabajará a fondo por el
bien de la sociedad, y asumirá sus responsabilidades cuando haya algo que no
funcione y merezca ser atendido con urgencia.