Mundos desconocidos
P. Fernando Pascual
27-2-2021
Una creencia bastante
difundida admite que vivimos en el mundo de la comunicación, donde todo llega a
saberse. Sin embargo, también hoy persisten miles de situaciones desconocidas,
mundos ocultos sobre los que casi nada se sabe.
Es cierto que Internet ha
establecido una plataforma de inmensas posibilidades para transmitir noticias,
imágenes, reflexiones, en tiempo real y a casi todos los rincones del planeta.
Pero también es cierto que
miles y miles de hechos y de personas viven en el más completo anonimato, en
una oscuridad totalmente ajena a las imágenes y noticias que circulan por la
red.
Si, además, constatamos que
Internet depende de la tecnología, y que la tecnología está en manos de
empresas y de controles cada vez más invasivos, habrá que reconocer que la
censura o la falta de dinero puede impedir que se difundan ideas o hechos de
mayor o menor importancia.
Por eso, la así llamada
sociedad de la información es, en realidad, una sociedad en la que circulan
miles de millones de datos y de ideas, pero también en la que existen mundos
desconocidos sobre los que brilla una ausencia asombrosa de información.
En ocasiones, algunas señales
de esos mundos desconocidos aparecen, tímidamente, en la pantalla de nuestra
computadora. Quizá hoy, por ejemplo, haya personas que descubrirán que existe
una situación terrible de hambre en algún rincón del planeta.
Pero esas señales pueden
quedar sepultadas precisamente porque estamos continuamente ante una sobreinformación
sobre hechos y personas que absorben la mente de las personas y ocupan los
espacios más visitados en Internet.
Ante esta situación, los
periodistas, y tantas otras personas de buena voluntad, podrían hacer un
esfuerzo para que los mundos desconocidos empezasen a tener más visibilidad.
Porque en esos mundos viven y
mueren hombres y mujeres como nosotros, que necesitan medicinas, comida, apoyo
ante situaciones de injusticia que para muchos resultan completamente
desconocidas.
Incluso en el caso de que esos
hombres y mujeres de los mundos desconocidos vivan con cierta justicia y con
algo de bienestar, tienen derecho a ofrecer sus aportaciones al mundo dominante
hoy en las redes de Internet; o, simplemente, entrar en contacto con nosotros
como miembros de una misma comunidad humana.