CADA DÍA SU AFÁN
SOLIDARIDAD Y FRATERNIDAD
Desde
hace más de sesenta años la organización “Manos Unidas” nos lanza cada mes de
febrero una llamada que es al mismo tiempo, grito y despertador, sugerencia y
llamada, petición y esperanza.
Por
si todavía no se sabe, “Manos Unidas” es la ONG de desarrollo de la Iglesia
Católica. Con una dedicación ejemplar nos ayuda a descubrir nuestra
responsabilidad en la marcha del mundo. Y apoya a los pueblos del Sur a pensar,
promover y gestionar su propio desarrollo.
El
papa san Pablo VI nos enseñó que el progreso solo será verdadero cuando sea integral,
es decir cuando alcance a todo el hombre y a todos los hombres. Esa es la única
forma de superar el dualismo antropológico que piensa en bienes materiales y
excluye los espirituales, o viceversa. Y es la forma de excluir el otro
dualismo social que mira los índices del crecimiento económico o cultural de
algunas personas, mientras ignora a millones de habitantes del ancho mundo.
La
doble fórmula mágica para evitar esas polarizaciones es el binomio de la integralidad
y la solidaridad. En la reciente encíclica Fratelli tutti, el papa Francisco menciona más de
una docena de veces esa dimensión y vocación integral del ser humano. Las
referencias a la solidaridad superan las dos docenas.
Ya
la primera referencia a la solidaridad es tan inquietante como esperanzadora: “El
bien, como también el amor, la justicia y la solidaridad, no se alcanzan de una
vez para siempre; han de ser conquistados cada día. No es posible conformarse
con lo que ya se ha conseguido en el pasado e
instalarse, y disfrutarlo como si esa situación nos llevara a desconocer que
todavía muchos hermanos nuestros sufren situaciones de injusticia que nos
reclaman a todos” (FT 11).
Una vez más, ante esta como ante todas las virtudes,
hemos de reconocer que estamos en camino. No cabe la presunción de quien piensa
que ya ha conseguido llegar a la meta. Pero tampoco cabe la desesperanza de
quien la considera inalcanzable. El Papa lo sabe bien. Al menos en tres
ocasiones afirma que, contra lo que pudiera parecer, alcanzar la meta no es un
sueño, ni una fantasía, ni una utopía.
En este año, marcado por el peso y el dolor de la pandemia,
que se ha llevado a tantos amigos y hermanos, ¿qué podemos esperar? La campaña
de “Manos Unidas” nos ofrece la imagen de un niño que abre los brazos y grita
de alegría para recibir las aguas de una cascada de esperanza.
Y junto a la imagen, el lema que nos sugiere que es
posible seguir soñando. Es urgente. “Contagia solidaridad para acabar con el
hambre”. Es posible. Hay alimentos y medios para todos. Ha de haber un
testimonio de solidaridad para todos.
Si no vivimos como hermanos todo se derrumba en el mundo,
ha dicho el papa Francisco en la primera Jornada Mundial de la Fraternidad
Universal. Fratelli tutti ¡Pero
de verdad!
José-Román
Flecha Andrés