Gracias a un consejo
P. Fernando Pascual
31-1-2021
Un consejo puede cambiar
nuestra vida en aspectos sencillos o en temas importantes.
Un amigo me aconsejó un buen
médico. Encontré cómo eliminar ese continuo dolor de espalda.
Un conocido me dijo cómo organizar
mejor los archivos en la computadora. Empecé a ahorrar un tiempo precioso.
Un compañero de trabajo me
enseñó cómo bajar buenos libros de Internet y hacer que el móvil los leyera.
Desde entonces mis lecturas aumentaron considerablemente.
Los consejos pueden, por
desgracia, llevarnos también hacia el mal, en lo pequeño o en lo grande.
Un consejo arruinó a quien se
puso en manos de un mal prestamista. Otro consejo introdujo a un adolescente en
el mundo de la droga.
Cuando nos llega un consejo,
es fundamental sopesarlo seriamente. No podemos seguir cualquier idea nueva
como si fuese suficiente para iniciar mejoras en la propia vida.
Gracias a Dios y a tantas
personas buenas, hay consejos que nos ayudan a evitar malos pasos, a encontrar
modos para mejorar, a descubrir horizontes de bien poco explorados.
Entre esos consejos, también
encuentro el de quienes me acercan, respetuosamente, al conocimiento de una
Persona que predicó en Galilea y dio su vida en el Calvario.
Porque los consejos no sirven
solo para arreglar una bicicleta o para mejorar la dieta, sino que llegan a lo
más íntimo de los corazones cuando nos permiten descubrir que está presente en
el mundo un Mesías, Jesús, Hijo del Padre e Hijo de María.
Gracias a tantos consejos sigo
en el camino de la vida. Buscaré seguir aquellos que me aparten del pecado, que
me orienten a la vida verdadera, que me inviten a abrir los ojos a las
necesidades de quienes están cerca o lejos.
En cada consejo bueno, Dios
trabaja en mi corazón. Con su ayuda podré tomar decisiones que me permitan
recibir el perdón de mis pecados, acoger la acción del Espíritu Santo, y vivir
según las enseñanzas del Evangelio.