Una crítica a la crítica
contra las religiones
P. Fernando Pascual
24-1-2021
Entre las críticas que se
dirigen contra las religiones, una permite elaborar reflexiones de interés.
Según esa crítica, la religión
se explicaría desde factores psicológicos, sociales o de otro tipo, que
llevarían a muchas personas a creer en Dios y a suponer que ese Dios es adorado
correctamente en la propia religión.
Esa crítica tiene muchas
ramificaciones y matices, pero ello no impide reconocer que se construye en la
búsqueda de explicaciones más o menos racionales o científicas para describir
el origen y la naturaleza propia de la fe religiosa.
Normalmente quienes elaboran
este tipo de explicaciones dan un paso ulterior: afirman que las religiones no
son verdaderas porque se explican simplemente como procesos humanos
condicionados, según leyes sociológicas, o psicológicas, o económicas, o de
otro tipo.
Además, los críticos de la
religión pueden elaborar otras reflexiones, por ejemplo, afirmar que Dios no
existe, o que es incognoscible, o que en el tema religioso lo más correcto
sería el escepticismo.
Algunos críticos, como por
ejemplo en teorías como la marxista, llegan más lejos, al considerar las
religiones como algo negativo, que aliena al ser humano y le impide avanzar
hacia el progreso que llevaría a un mundo más justo y más perfecto.
Este tipo de críticas pueden
ser respondidas de diversas maneras. Pero hay una crítica a las críticas contra
las religiones que se produce, en cierto modo, cuando se aplica la misma crítica
a los críticos.
Es decir, si alguien considera
que la religión es un resultado de presiones sociales sobre las personas, se le
puede responder que su misma crítica, su teoría contra las religiones, también
sería el resultado de presiones sociales (o de otro tipo) sobre él mismo.
Desde luego, decir que una
crítica tiene un origen social, o económico, o religioso, no significa que tal
crítica sea inválida, o que no pueda tener elementos de verdad.
Pero lo anterior, si somos
buenos observadores, también habría que aplicarlo a las religiones. Que las
creencias religiosas de una persona se configuren a partir de aspectos
sociales, o psicológicos, o de otro tipo, no nos exime de estudiar a fondo
tales creencias en sí mismas para ver si sean o no sean verdaderas.
A pesar de las diversas
teorías críticas que han intentado explicar las religiones a lo largo de los
siglos, el fenómeno religioso sigue presente ante nuestros ojos. Millones de
seres humanos creen en Dios, buscan la salvación, forman parte de un grupo
religioso más o menos estructurado.
Ante este fenómeno, resulta
plenamente legítimo, incluso necesario, formular aquellas preguntas que vayan
al núcleo de la cuestión religiosa: ¿existe o no existe Dios? ¿Se ha
manifestado de algún modo al género humano? ¿Hay alguna religión que muestre
satisfactoriamente que sería la verdadera?
Son preguntas que no podemos
dejar a un lado con críticas que suponen comprender el fenómeno religioso con
análisis peor o mejor elaborados. Análisis que, de modo paradójico, podrían
aplicarse a la misma crítica, pero que corren el riesgo de dejar a un lado las
preguntas esenciales que hay que afrontar en un tema de tanta importancia.