Aborto y tensiones sociales
P. Fernando Pascual
24-1-2021
Hay temas que tocan aspectos
fundamentales en la vida social y que ponen en evidencia modos contrapuestos de
entender los derechos fundamentales.
Entre esos temas, el aborto
suele generar debates muy encendidos, y, en ocasiones, algunas personas llegan
a comportamientos y acciones violentas.
Frente a las tensiones
sociales y a la eventual violencia que se produce en los debates sobre el
aborto, es necesario una condena decidida: nunca se puede defender una idea a
través de acciones injustas contra los que piensan de otra manera.
Pero de un modo paradójico,
condenar la violencia en este debate sería algo incompleto si se dejase de lado
un punto fundamental: lo que ocurre en cada aborto.
Porque el aborto procurado
(llamado, por algunos, interrupción voluntaria del embarazo) implica ir contra
la vida de uno de los seres humanos más débiles e indefensos: el hijo en el
seno materno.
Por eso, quienes rechazan y
condenan ciertas violencias que ocurren en el contexto de las discusiones sobre
el aborto, faltarían a la coherencia si no condenasen la violencia que es
característica de todo aborto procurado.
Quienes defienden el aborto,
como es obvio, no considerarán que en cada aborto se produce un acto violento,
y buscarán fijarse solo en las violencias que los adultos cometen sobre quienes
ya tienen derechos reconocidos.
Sin embargo, basta con mirar
simplemente los hechos que se producen en cada aborto provocado y el modo con
el cual se elimina una vida humana, para que salte a la vista la intención
intrínseca de la intervención abortista: terminar con una vida humana no
deseada.
Tal vez, para no incurrir en
una extraña paradoja, tendríamos que comprender que el debate sobre el aborto
está llamado a desaparecer, con todas las tensiones sociales que provoca,
cuando simplemente llamemos al aborto por lo que es: el asesinato de un
inocente.
Entonces el debate quedará
reducido al mínimo, pues todos aquellos que aman la justicia y defienden los
derechos humanos fundamentales, entre los que se encuentra el derecho a la
vida, abrirán los ojos ante la gravedad del aborto, y serán muy pocos los que
todavía lo defiendan.
Lo cual, es de esperar,
terminará casi por completo con un debate absurdo, porque toda sociedad
auténticamente sana trabajará por la tutela de la vida de todos, también de
quienes han empezado a existir como parte de la familia humana desde el momento
de la concepción.