Manipulaciones tendenciosas en
la prensa
P. Fernando Pascual
24-1-2021
Es natural que un periodista
tenga simpatía hacia unos políticos y antipatía hacia otros. Lo que no parece
correcto es que manipule, tendenciosamente, las noticias según sus simpatías y
sus antipatías, para mejorar la imagen de unos y denigrar a otros.
Pero lo incorrecto abunda en
la prensa con una naturalidad que casi parece inevitable. Además, los lectores
que piensen de una manera o de otra dan por descontado que este periodista y este
“medio informativo” promueven o denigran a la gente según sus propias
ideologías.
Estamos, así ante un problema
grave. Que existan comportamientos incorrectos en tantas profesiones, también
en el mundo de la información y de la cultura, es algo que parece muy difícil
de evitar. Pero que las personas acepten como habitual esos comportamientos
implica rendirse a la manipulación y la injusticia.
Porque es injusticia manipular
datos, recortar entrevistas, fijarse solo en un aspecto físico del “enemigo”, y
no ir a la sustancia de los temas en juego, no controlar las “informaciones”,
no escuchar a la otra parte cuando tiene derecho a defenderse.
Las manipulaciones
tendenciosas en la prensa se han convertido en un cáncer con muchas
ramificaciones y en todos los niveles. Basta con ver cómo grandes agencias
informativas seleccionan, recortan, ocultan, incluso parecen ignorar
completamente unos datos con tal de favorecer a personas y grupos concretos.
Desde las grandes agencias,
las manipulaciones giran de mano en mano, y la mayoría de los periodistas,
algunos (hay que reconocerlo) sin instrumentos para defenderse del engaño, las
asumen y las repiten. No faltan quienes las amplifican, mientras que parecen
ser pocos los periodistas serios que controlan también lo que les llega cada
día de las grandes agencias.
¿Es posible otro periodismo?
¿Es imaginable una regeneración profunda en el mundo de la información que
permita a la gente acceder a la verdad sin manipulaciones? Puede parecer un
sueño, pero a veces los sueños se hacen realidad.
Basta con que un grupo de
periodistas valientes, profesionalmente bien preparados, conscientes de sus
propias preferencias (todos las tenemos) pero honestos para separar el propio
punto de vista de los datos reales, para que en el mundo de la prensa se
expanda un nuevo modo de informar.
Entonces la gente podrá
escuchar, ahora sí, los motivos que cada parte defiende, los valores y
principios que están en juego, y llegará a tener más elementos para alcanzar
conclusiones personales. Esas conclusiones podrán ser mejores o peores, pero al
menos se basarán en un excelente punto de partida: la verdad.