COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO NOVENO: 8

Padre Arnaldo Bazán

"Entonces se le acercan los discípulos de Juan y le dicen: “¿Por qué nosotros y los fariseos ayunamos, y tus discípulos no ayunan?” Jesús les dijo: “¿Pueden acaso los invitados a la boda ponerse tristes mientras el novio está con ellos? Días vendrán en que les será arrebatado el novio; entonces ayunarán”(9,14-15).

En Levítico 16,29-31 se prescribe un día de ayuno que sirva como expiación de los pecados: "Será éste para ustedes un decreto perpetuo: En el mes séptimo, el día décimo del mes, ayunarán, y no harán trabajo alguno, ni el nativo ni el forastero que reside en medio de ustedes. Porque en ese día se hará expiación por ustedes para purificarlos. De todos sus pecados quedarán limpios delante de Yahveh. Será para ustedes día de descanso completo, en el que han de ayunar: decreto perpetuo".

Pero aunque ese era el día anual del ayuno como expiación, los judíos solían ayunar en otras ocasiones, sea convocados por las autoridades religiosas o como parte de la observancia de algunos grupos.

Así los fariseos solían ayunar dos veces por semana, y lo mismo otros, como los esenios, de los que hoy se sabe que ayunaban con cierta frecuencia.

Lo mismo podríamos decir de los discípulos de Juan el Bautista, a quienes también su Maestro les pedía este tipo de penitencia para fortalecer sus voluntades y buscar una mayor perfección.

Esto mismo podemos descubrir en otras religiones, pues también los musulmanes, los budistas y los hindúes, por ejemplo, suelen usar el ayuno como medio de purificación.

¿Es que acaso Jesús estaba en contra del ayuno? Por supuesto que no. Lo que él condena es la ostentación con la que algunos ayunaban, para asi aparecer como mejores ante los demás.

Ejemplo de ello lo tenemos en la parábola que Jesús puso con relación a dos hombres que fueron al templo a orar, uno fariseo y el otro publicano (Lucas 18,9-14). El fariseo se ufanaba de ser bueno, de ayunar dos veces por semana, y ser mejor que el publicano, mientras que éste sólo pedía al Señor que tuviera compasión de él, pues era un pecador.

La conclusión que da Jesús a la parábola es que el publicano regresó a su casa justificado, pero no así el fariseo.

Es posible que los discípulos de Jesús ayunaran, pero sin andarlo publicando. El mismo Jesús nos dio ejemplo sobre la importancia del ayuno, al pasar cuarenta días con sus noches ayunando, antes de comenzar su labor apostólica (Mateo 4,2).

Arnaldo Bazán