Ante las malas noticias
P. Fernando Pascual
17-1-2021
Buscamos, en las noticias,
señales de esperanza: cuándo terminará la epidemia, cuándo llegará un buen
gobernante, cuándo mejorarán los salarios, cuándo terminará la violencia en la
calle.
Muchas veces no llegan esas
señales de esperanza: los hospitales tienen serios problemas de acogida, los
gobernantes luchan más por su puesto que por el bien de la gente, los salarios
quedan desinflados por nuevos impuestos...
Cuando las malas noticias se
acumulan, cuando no aparecen signos de mejora en el horizonte, el corazón
experimenta un peso que a veces se hace asfixiante. Si, además, las noticias
familiares son alarmantes, la situación se hace insostenible.
En cambio, quien teme a Dios
tiene un recurso y una fortaleza para resistir a las malas noticias, porque
está seguro de que el Señor no lo abandonará: Él es fiel, y siempre ayuda a
quienes buscan su ayuda (cf. Sal 112,7-8).
Las malas noticias siguen
allí, los problemas no desaparecen de golpe, pero hay algo que permite ver más
allá de los sufrimientos del presente y así tener la certeza de la victoria de
Cristo.
Sí: el Cordero de Dios ya ha
vencido, ya está a la derecha del Padre, ya intercede por nosotros, ya nos ha
enviado al Espíritu Santo. Entonces surge la verdadera esperanza, la que se
basa no en apoyos humanos, sino en Dios.
No vivimos sin esperanza: nos
hemos acercado a Cristo y somos ya parte de su Iglesia (cf. Ef
2,12-13). Por eso, ante las noticias que hoy aparezcan ante mis ojos y mis
oídos, reaccionaré con valentía, porque estaré apoyado en Aquel que es la
fortaleza de los débiles y la ayuda de quienes mantienen viva la lámpara de la
fe.