COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO OCTAVO: 12

Padre Arnaldo Bazán

“Al llegar a la otra orilla, a la región de los gadarenos, vinieron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, y tan furiosos que nadie era capaz de pasar por aquel camino. Y se pusieron a gritar: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?” (8,28-29).

Cuando al leer los evangelios vemos aparecer la palabra "endemoniado", tenemos que tener cuidado para no creer que siempre se trata de una verdadera posesión diabólica.

Por aquellos tiempos, debido a la ignorancia que existía sobre el origen de las enfermedades, la gente pensaba que éstas eran causadas por espíritus o demonios.

En el caso que nos presentan estos versículos, todo parece indicar que se trata de verdaderos endemoniados. Saben quién era Jesús, y hasta lo llaman “Hijo de Dios”. Por otro lado muestran una fuerza física extraordinaria, si completamos lo dicho por Mateo con la narración que de este hecho brinda Marcos 5,1-20.

Parece que habían logrado amarrarlos con cadenas, pero siempre las rompían. Además aterrorizaban a los que por ahí pasaban, de modo que la gente temía acercárseles.

Es bueno indicar que Marcos y Lucas presentan este caso como si se tratara de un solo sujeto, algo que no nos debe extrañar, pues no siempre reciben los evangelistas la información de las mismas fuentes. Recordemos que Marcos y Lucas escribían de lo que otros les dijeron, pues no fueron testigos presenciales de los hechos de Jesús como lo fueron Mateo y Juan.

Aquellos endemoniados descubren que están ante la presencia de alguien poderoso. Si le llaman “hijo de Dios” no es porque sepan que es un ser divino, sino porque sienten que él es totalmente diferente. No les tiene miedo. Por el contrario, y dadas las preguntas que le hacen, son ellos los que temen que Jesús los vaya a atormentar.

De ahí que quieran convencerlo de que no tiene nada que hacer con ellos, de modo que los deje tranquilos.

Pero Jesús vino precisamente a destruir el poder del mal. Y aunque Dios sigue permitiendo su acción en el mundo hasta el final de los tiempos, el Divino Maestro encuentra aquí una oportunidad para demostrar su poder sobre los espíritus malignos y enseñar a sus discípulos a combatirlos con los medios que El mismo les dará.

A Satanás no tenemos que tenerle miedo. El único realmente poderoso es el Señor. Nos lo dice Santiago: "Sométanse, pues, a Dios; resistan al Diablo y él huirá de ustedes" (4,7).