COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO OCTAVO: 6

Padre Arnaldo Bazán

“Al llegar Jesús a casa de Pedro, vio a la suegra de éste en cama, con fiebre. Le tocó la mano y la fiebre la dejó; y se levantó y se puso a servirle” (8,14-15).

Los evangelistas son parcos en hablar de la vida privada de los apóstoles. Se supone que todos estaban casados, menos Juan, que debió ser el más joven. Pero no tenemos datos en el Nuevo Testamento que nos indiquen los nombres de la esposas o de los hijos, como ocurre en el Antiguo Testamento con casi todos los personajes importantes.

Esto demuestra que el interés de los evangelistas no es hablar de los apóstoles sino que centran su atención en Jesús.

Así que nos quedamos sin saber sobre muchas cosas que tienen que ver con aquellos doce discípulos. los que tuvieron el privilegio de estar muy cerca del Señor durante unos dos o tres años.

En el libro de los Hechos podemos saber algo más de algunos de ellos, como Pedro y Juan, así como de otros discípulos, y por supuesto de Pablo, ya que fue su discípulo Lucas quien lo escribió.

Pero son pocos los datos que podemos conocer de la mayoría de los apóstoles, no sólo ya en el terreno personal, en su vida privada, sino ni siquiera en la labor apostólica que realizaron y la forma de su muerte.

Parece ser que todos, con excepción de Juan, murieron mártires, y aún éste sufrió torturas, pero no murió a causa de ellas.

Así que en este versículo encontramos un dato raro que nos habla de la realidad familiar de Pedro, pues aunque no sabemos quién era su esposa ni si tenía hijos, con todo deducimos que tenía que estar casado, pues tenía suegra. O ¿era viudo?

Los evangelios fueron escritos varios años después de la muerte y resurrección de Jesús. No es raro, pues, que esos datos más personales de la vida de los apóstoles apenas interesasen a nadie.

Ellos son importantes sólo porque fueron escogidos por Jesús para ser los pilares de la Iglesia. De ahí que cuando Judas traiciona al Señor y termina su vida ahorcándose, luego, enseguida después de la Ascensión del Señor, pusieran en su lugar a Matías (Hechos 1,26), para que se mantuviera el número doce, como doce fueron las tribus sobre las que se sustentó el pueblo elegido de la Antigua Alianza.

Nada cambia para nosotros el que los apóstoles hayan sido casados o no. Lo que nos interesa es que fueron los testigos elegidos que nos transmitieron fielmente la doctrina de Jesús. Ellos supieron ser los verdaderos testigos que sellaron con su sangre aquello que habían visto y oído.