COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN
MATEO
CAPÍTULO
SEXTO: 10
Padre
Arnaldo Bazán
“Nadie
puede servir a dos señores; porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se
entregará a uno y despreciará al otro. No pueden servir a Dios y al Dinero”(6,24).
Jesús nos pone en guardia con
respecto al dinero por una buena razón. Este podria
convertirse fácilmente en un dios al que adoramos. Y ya sabemos que, desde el
principio de la Revelación, Dios nos exige adorarlo sólo a El.
Así leemos en Exodo
20,3: No habrá para ti otros dioses delante de mí. Esto no significa que Dios
reconozca la existencia de otros dioses, sino que los seres humanos, buscando
su propia conveniencia, tienden a fabricar dioses a su imagen y semejanza.
De ahí que si bien los antiguos
adoraban muchos dioses falsos, creados por ellos mismos, lo que continúa
pasando todavía hoy en algunos lugares, los modernos hemos fabricado otros
dioses falsos, confiando que nos pueden alcanzar la felicidad que andamos
buscando.
Así el Dinero, con mayúscula, pasa
a ser uno de los dioses más populares, pues son muchos los que creen que les
ayudará a conseguir todo lo que aspiran.
Sabemos muy bien, sin embargo, que
eso es una falsedad. El dinero ha sido y sigue siendo la causa de muchísimos
males en nuestro planeta.
Por el dinero la gente se enemista
y se mata. Por el dinero la gente roba y asalta. Por el dinero la gente
traiciona incluso a sus padres, familiares y amigos.
Y no porque necesiten el dinero,
sino porque teniéndolo se sienten seguros de que nada malo les va a pasar.
Sin embargo, cuántos hay que,
precisamente por ser ricos, han muerto secuestrados y torturados, asaltados por
bandidos que desean, también ellos, tener mucho dinero. Los ricos, por más que
tengan, también se enferman y se mueren, sin que puedan asegurar, al igual que
los demás, que van a vivir para disfrutarlo.
Como aquel hombre del Evangelio,
(Lucas 12,20-21) , que creía que por tener llenos
todos sus graneros y sentirse rico, podría disfrutar muchos años de
prosperidad. Pero Dios le dijo: "¡Necio! Esta misma noche te reclamarán el
alma; las cosas que preparaste, ¿para quién serán?" Así es el que atesora
riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios.