COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO SEXTO: 9

Padre Arnaldo Bazán

“La lámpara del cuerpo es el ojo. Si tu ojo está sano, todo tu cuerpo estará luminoso; pero si tu ojo está malo, todo tu cuerpo estará a oscuras. Y, si la luz que hay en ti es oscuridad, ¡qué oscuridad habrá!”(6,22-23).

Estos dos versículos son como una pequeña parábola. Jesús estaá hablando del ojo en un sentido figurado. Es un ejemplo para que entendamos mejor de que se trata.

Para nuestro cuerpo el ojo es como una lámpara. ¿Qué ocurriría si no tuviéramos ojos, o estuviéramos ciegos, o padeciéramos de alguna enfermedad que no nos permite ver claro?

Pues que viviríamos en la obscuridad total o en una semi-obscuridad, y no podríamos disfrutar de la belleza de las cosas que nos rodean, ni podríamos leer, ni conocer las personas como ellas son, ni tendríamos la oportunidad de distinguir aquello que está a nuestro lado pero nuestros ojos enfermos o ciegos no son capaces de percibir.

Pues si estar ciegos es algo terrible, mucho más el que lo estén los “ojos” de nuestra alma, pues no seríamos capaces de descubrir las maravillas que Dios tiene reservadas para los que lo aman.

Nuestra alma es la que dirige todas nuestras acciones, comunicándose con el cuerpo a través del cerebro. Pero el alma es lo que realmente somos nosotros. Por eso de nada vale que tengamos un cuerpo sano si nuestra alma está enferma o muerta.

Es muy común que demos al cuerpo una importancia excesiva. Hay personas que hasta realizan grandes sacrificios para mantenerse sanos, esbeltos y bellos.

Es cierto que hay también quienes descuidan la salud de su cuerpo, pero es porque caen en una serie de vicios que, por un lado, causan placer al cuerpo, y por el otro lo destruyen. Abusar del cuerpo, para muchos, es la via para lograr placeres en el comer, el beber, el sexo y otras formas de buscar equivocadamente la felicidad en esta vida.

Los que se olvidan de que el alma es mucho más importante que el cuerpo fácilmente ciegan su entendimiento, paralizan su voluntad y embrutecen su capacidad de entender, para convertirse en esclavos de los deseos carnales.

Eso es lo que llama Jesús vivir en la oscuridad. Hemos de descubrir la importancia del alma para que pueda vivir a plenitud. Sólo entonces seremos los seres humanos que Dios quiere. No animales guiados por el instinto y reducidos al placer corporal, sino hombres y mujeres destinados a una vida superior, sublime y eterna.