Invitación a la oración
Autor: Padre Lucio
del Burgo OCD
Atrévete
a orar. Es la aventura más fascinante del creyente. Cuando una persona
despierta a la fe, lo primero que empieza es a orar. Es que la plegaria está en
el corazón de la experiencia religiosa. La oración y la fe van juntas, se
acompañan y se nutren entre sí. Si aumenta la fe aumenta también la oración.
La
oración es un don, una gracia que hemos de pedir continuamente. Pide el don de
la oración, estoy seguro que el Señor te lo dará. La oración es muy frágil, si
nos descuidamos se cae al suelo y se hace añicos. ¡Cuántos
hombres y mujeres después de muchos años se han cansado de orar. “Señor,
enséñanos a orar”. Esta es la súplica de todo creyente. Danos, Señor la
perseverancia en la oración.
No
te desanimes porque tienes distracciones. La distracción es el pan de cada día
para el orante. Nuestra oración es débil, deshilachada. No importa. Hay que
estimar y valorar nuestro encuentro con Dios. Es el camino que nos comunica con
Jesús. La oración, pobre y distraída, es la puerta para introducirnos en el
Castillo Interior, morada de Dios.
Hay
muchas formas de orar. Desde la Eucaristía hasta la oración silenciosa. Desde
la alabanza hasta la súplica confiada en tu Señor. Escoge lo que mejor se
adapte a tu forma de ser. Lo importante es el encuentro con el Maestro. Él, por
medio del Espíritu Santo te enseñará poco a poco cómo tienes que orar. Recuerda
que irás aprendiendo con la práctica. Ya decían los antiguos que un grano de
práctica vale más que una montaña de teoría. Se aprende a orar, orando, así de
fácil.
Es
muy conveniente que compartas su experiencia con otros creyentes. Te animará
escuchar a otros orantes. Verás cómo Dios se comunica con otras personas. Santa
Teresa dice que “hay que hacerse espaldas”los unos
con los otros. Es más, busca a una persona que te oriente en los caminos del
Señor.
¿Dónde
orar? ¿Cuál es el lugar más adecuado para la oración? En la iglesia, en tu
casa, en el campo, en un viaje, de camino al trabajo… Todo lugar es bueno para
levantar el corazón.
Sin
embargo escoge un tiempo y un lugar para la oración. Es una forma de expresar
que Dios es para ti, no Algo sino Alguien, que merece la pena hacer un espacio
en nuestras vidas. Dedicamos el tiempo a lo que nos interesa.
Siempre
se puede crecer en la oración porque siempre se puede crecer en la relación con
Jesús. Aprovecha los tiempos litúrgicos para que tu diálogo con Dios tenga más
calidad. Adviento, Cuaresma y Pentecostés te ayudarán. La lectura de un libro
sobre la oración, con frecuencia enseña algo nuevo y te dará pistas para el
camino. Me encanta la parte última del Catecismo de la Iglesia Católica. ¡Pruébalo!
Te
deseo todo lo mejor en esta gran aventura. Aprender a orar y cultivar los
caminos de la oración, nos hace pasar de un cristianismo teórico a una fe más
sentida. La experiencia espiritual va preparando la Iglesia del futuro.