COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN
MATEO
CAPÍTULO
QUINTO: 7
Padre Arnaldo
Bazán
Si tenemos que regocijarnos es
porque ser perseguidos es algo bueno. ¡Y cuán poco nos gusta a nosotros eso de
las persecuciones!
Preferiríamos que todo el mundo nos
aceptase sin problemas, y que pasáramos por la vida en son de triunfo.
Esa fue una mentalidad que estuvo
de moda algún tiempo en la Iglesia. Se quería una Iglesia triunfante, líder del
mundo, obedecida por todos. Pero esa es la Iglesia del cielo. Así nos lo enseña
la misma Iglesia. La nuestra, la de la tierra, es la Iglesia militante, es
decir la que lucha en medio de las adversidades, pero combatiendo no con las
armas letales que tanto gustan a los humanos, sino con las armas del Espíritu.
¿Es que acaso la Iglesia puede
convertirse en el Reino de Dios en la tierra? Pues no, porque el propio Cristo
nos dice que su Reino no es de este mundo.
Así respondió Jesús a Pilato:
"Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente
habría combatido para que no fuese entregado a los judíos: pero mi Reino no es
de aquí" (Juan 18,36).
Otra cosa es que digamos que el
Reino de Dios comienza y se desarrolla aquí en la tierra, pero su plenitud solo
será alcanzada en el cielo.
Nos narra el libro de los Hechos,
que después de su resurrección, estando Jesús a punto de despedirse de sus
apóstoles, les advirtió que no se ausentasen de Jerusalén, pues tenían que ser
bautizados en el Espíritu Santo. Ellos le preguntaron: "Señor, ¿es en este
momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?". El
les contestó: "A ustedes no les toca conocer el tiempo y el momento que ha
fijado el Padre con su autoridad, sino que recibirán la fuerza del Espíritu
Santo, que vendrá sobre ustedes, y serán mis testigos en Jerusalén, en toda
Judea y Samaria, y hasta los confines de la tierra" (1,7-8).
El poderío de la Iglesia está en su
fidelidad a Jesucristo, dando testimonio de El ante el mundo. Por algo la
palabra testigo es sinónimo de mártir.
Los cristianos debemos tener
siempre presente la advertencia de Jesús: "Acuérdense de la palabra que
les he dicho: El siervo no es más que su señor. Si a mí me han perseguido, también
los perseguirán a ustedes; si han guardado mi Palabra, también guardarán la de
ustedes"(Juan 15,20).
Arnaldo Bazán