COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO QUINTO: 6

Padre Arnaldo Bazán

 

 

 “Dichosos serán cuando los injurien y los persigan, y digan contra ustedes toda clase de calumnias por causa mía”(5,11).

¡Qué cosas se le ocurren al Señor! ¡Habla tan distinto a lo que estamos acostumbrados! ¿A qué político, por ejemplo, se le ocurriría mencionar persecuciones y calumnias en tiempo de elecciones?

Pero Jesús no es un político, ni un diplomático, ni un líder de este mundo, sino nuestro Salvador.

El no vino a llenarnos los oídos de falsas promesas, ni a tratar de conseguir un seguimiento vacío, sino un compromiso que ha de llegar hasta la muerte. Nos lo dice claramente y sin tapujos: Si lo seguimos no nos va a ir muy bien en este mundo.

Y si nos va demasiado bien entonces será que no lo estamos siguiendo de veras. Y es que no podemos pretender llegar a la gloria de Cristo sin pasar por lo que El pasó, como dijo a aquellos dos apóstoles, Santiago y Juan, que ambicionaban los primeros puestos en el Reino: “¿Pueden ustedes beber la copa de amargura que yo he de beber?” (Mateo 20,22). El que quiera pasar por esta vida sin beber del cáliz no podrá llegar a la victoria final, pues, como dice Jesús, “ya recibieron su recompensa”(Mateo 6,2).

Si somos cristianos de veras vamos a suscitar antipatías gratuitas, solo porque nuestro testimonio será como un índice acusador que mucha gente no soporta.

A Cristo lo rechazaron todos aquellos que veían en peligro sus privilegios, o se sentían acusados por lo que El enseñaba.

Hubieran querido un Mesías más a tono con sus gustos, pero Dios nos mandó uno a su medida y no a nuestra medida.

O lo aceptamos como es o tenemos que rechazarlo. No hay término medio.

Debemos, pues, estar preparados para seguir a Cristo a sabiendas de que no es fácil. Se trata de un capitán que no acepta cobardes en sus filas.

Eso sí, con El no hay dudas.

La victoria final será nuestra.

Por eso vale la pena acompañarlo a beber el cáliz de la amargura, pues tendremos con El un lugar en la gloria.

Arnaldo Bazán