Fratelli Tutti (4)
Un derecho humano en peligro
Pbro. José Martínez Colín
1) Para saber
Las
personas humanas tenemos un valor privilegiado sobre toda la creación, pues
además de que somos creados a imagen y semejanza de Dios, nos ha creado libres
para hacernos partícipes de su vida bienaventurada en el Cielo. De aquí
provienen los derechos que tenemos y que han de ser respetados.
Un
derecho que en los últimos años, con motivo de la proliferación de la
transmisión de la información, se ha atentado contra él es el derecho a la
intimidad. El Papa Francisco lo advierte en su encíclica “Fratelli Tutti”: “Todo
se convierte en una especie de espectáculo que puede ser espiado, vigilado, y
la vida se expone a un control constante. En la comunicación digital se quiere
mostrar todo y cada individuo se convierte en objeto de miradas que hurgan,
desnudan y divulgan, frecuentemente de manera anónima” (n.42).
Es
necesario mantener el respeto que se merece cada uno, sin pretender ser dueño
de su información para manipularla y divulgarla al antojo.
2) Para pensar
Respetar
a la persona implica respetar sus creencias. Sin embargo, a veces la
intolerancia ha conducido a la violencia sin respetar los derechos que tienen
las personas. Eso acontece, por ejemplo, en las persecuciones donde no se
respeta la libertad de culto. Hace días fue beatificado en la Basílica de la
Sagrada Familia, en Barcelona, un joven que murió a los 19 años a causa de la
intolerancia religiosa. Se trata de Joan Roig Diggle que murió mártir por su fe
cristiana.
Joan
Roig fue un joven laico que fue asesinado a los inicios de la Guerra Civil
española. La noche del 11 de septiembre de 1936, unos milicianos golpearon la
puerta de la casa de Joan. Por permiso especial, guardaban Sagradas Formas en
su casa, por lo que, presintiendo lo que iba a pasar, para que no se fuera a
cometer una profanación, consumió todas las Sagradas Formas y se despidió de su
madre diciéndole “Dios está conmigo”. Joan Roig fue asesinado de cinco tiros
dirigidos a su corazón y uno de gracia en la nuca. Las últimas palabras que salieron
de sus labios fueron: “Que Dios os perdone como yo os perdono”.
Uno
de sus biógrafos aseguró que el único motivo por el cual lo mataron fue porque
era católico, y murió porque no tenía miedo de defender a Cristo.
3) Para vivir
Es
preciso saber respetar la dignidad de cada persona y sus derechos. Un peligro
de los dispositivos digitales, como los celulares, es que al perder la cercanía
personal, se hace fácil caer en la transgresión con una frase o una burla. Señala
el Papa que esto favorece la ebullición de formas insólitas de agresividad, de
insultos, maltratos, descalificaciones, latigazos verbales hasta destrozar la
figura del otro. Lo que no haríamos si tuviéramos a la persona enfrente, sí se
hace anónimamente, haciendo pedazos el respeto al otro. La agresividad social
encuentra en los dispositivos móviles y ordenadores un espacio de ampliación
sin igual.
Se
requiere contrarrestar esa ola de violencia. Decía San Josemaría Escrivá que
“hay que ahogar el mal en abundancia de bien”. Así seremos sembradores de la
paz de Cristo.
(articulosdog@gmail.com)