CADA DÍA SU AFÁN
TIENDE TU MANO AL POBRE
El domingo 15 de noviembre de 2020 celebramos la IV
Jornada Mundial de los Pobres, instituida por el papa Francisco. El lema
propuesto para esta ocasión está tomado del libro del Eclesiástico “Tiende tu mano al pobre” (cf. Si 7,32). Ese es el
estribillo que se repite a lo largo del mensaje que se puede resumir en estos
puntos:
1. No se pueden
separar la oración a Dios y la atención a los pobres. La oración no nos
dispensa de la acción caritativa. Es más, la bendición del Señor solo desciende
sobre nosotros y la oración solo es verdadera cuando va acompañada del servicio
a los pobres.
2. Es preciso reconocer que es difícil mantener la mirada
hacia el pobre. Sin embargo, es necesario que nuestra vida personal y nuestra
vida social se orienten de una forma activa en esa dirección.
3. Somos parte de la misma familia. Y no podemos dejar a nadie
al margen. “El grito silencioso de tantos pobres debe encontrar al pueblo de
Dios en primera línea, siempre y en todas partes, para darles voz, defenderlos
y solidarizarse con ellos ante tanta hipocresía y tantas promesas incumplidas,
e invitarlos a participar en la vida de la comunidad”.
4. Tender la mano, como nos pide el citado texto bíblico
hace descubrir a quien lo realiza que todos
somos capaces de iniciar y de llevar a cabo esos gestos de atención al pobre que
dan sentido a la vida.
5. Tender la mano es un signo que recuerda por sí mismo
la proximidad, la solidaridad y el amor, como hemos podido ver en tantas
personas que se han entregado a los demás en este tiempo de pandemia tan
doloroso y desconcertante.
6. Si la pandemia llegó de improviso y nos encontró desprevenidos,
desorientados e impotentes, la mano tendida hacia el pobre nos enseña que todos
podemos prepararnos a reconocer al pobre y sostenerlo en su necesidad.
7. “Tiende la mano al pobre” es, por lo tanto, una verdadera
exhortación a la responsabilidad personal e implica un compromiso directo y
activo con relación a nuestros hermanos
más necesitados.
8. “Tiende la mano al pobre” es, al mismo tiempo, una valiente
denuncia profética con relación a quienes no se dejan conmover por la pobreza
de los demás, de la que con frecuencia son cómplices vergonzosos.
9. Con todo, no
basta ese gesto. La mano tendida puede y debe enriquecerse con una sonrisa. No
se debe hacer pesar sobre los otros la importancia de la ayuda que prestamos.
Todo es un don de Dios. Es una alegría vivir como los discípulos de Cristo.
10. Finalmente, invocamos a María, la Madre de los pobres,
para que reúna a esos sus hijos predilectos y a cuantos tratamos de servirles
en el nombre de Cristo. Esa oración ha de transformar el gesto de la mano tendida
en un abrazo de comunión y de renovada fraternidad.
José-Román Flecha Andrés