Supremacismo progresista
P. Fernando Pascual
1-11-2020
La expresión no es nueva.
Aparece en pocas ocasiones para indicar la actitud de algunas personas que
consideran el progresismo como lo bueno y que descartan lo opuesto al
progresismo como lo malo.
Hay diversas modalidades de supremacismo progresista. La más sencilla consiste en
etiquetar el propio punto de vista como progresista. Quien se opone al mismo,
será un reaccionario, o un fascista, o un conservador, o simplemente alguien
destinado a ser aplastado por el triunfo inevitable del progreso.
Así, por ejemplo, defensores
del aborto se consideran progresistas, y tachan a los provida como enemigos del
progreso, o de los derechos humanos, además de acusarles de ir en contra de la
justicia y de la democracia.
Otro ejemplo: defensores de
ciertas teorías educativas avaladas por ideas más o menos recientes, pero sin
el apoyo de experiencias positivas concretas, se declaran progresistas para
descartar automáticamente a sus críticos.
El recurso a etiquetas para
descalificar, incluso anular, a los adversarios, es algo que ha ocurrido
numerosas veces en la historia humana y que sigue presente en nuestro tiempo.
Pero descalificar falsamente
al otro y exaltar la propia posición como la única buena son formas de supremacismo ideológico que dificultan el diálogo y que
pueden desembocar en actitudes hostiles hacia quienes tienen otros puntos de
vista.
Para evitar los daños del supremacismo progresista (y de cualquier otro supremacismo arbitrario y discriminatorio) basta con
presentar el propio pensamiento como algo que puede ser discutido, en vistas a
la búsqueda de lo que realmente interesa a cualquier ser humano: la verdad.
Porque una dimensión caracterizante del ser humano consiste en la posibilidad de
reconocer los propios errores, lo cual permite acoger lo que otros aporten
sobre temas de interés susceptibles al debate.
Si buscamos de verdad el
verdadero bien del hombre, dejaremos de lado etiquetas y presunciones, como las
de los distintos supremacismos, para construir
puentes que permitan diálogos enriquecedores con quienes puedan ofrecernos
horizontes razonables sobre temas fundamentales para la existencia humana.