“No creo en Dios”, dice alguno
Martha Morales
Le podrías contestar: “. Pero Él sí cree en
ti. Tú te alejaste de Dios, pero, lo sepas o no, Él te está esperando con
inmenso amor y con su misericordia. No para echarte en cara nada sino para
sanar tus heridas”. Sin embargo, a veces esperamos que sea Dios quien se adapte
a nuestro modo de pensar o a nuestro estilo de vida, y no es eso, se trata de
identificarnos con la Voluntad de Dios.
El escándalo del mal y el sufrimiento de los
inocentes ha sido siempre una de las justificaciones del ateísmo y del rechazo
de un Dios personal y bueno. Este rechazo procede de no aceptar el sentido de
la libertad del hombre, que implica su capacidad de hacer tanto el bien como el
mal.
Muchos creyentes se dejan dominar por una
mentalidad hedonista, consumista y relativista, entonces se adormece la
conciencia.
Edith Stein decía: “No aceptes como verdad lo
que esté privado del amor”, el uno sin el otro se convierte en una mentira
destructora”.
Se puede probar la existencia de Dios a través
de la Apologética. Los argumentos más sólidos son los metafísicos que son las
cinco vías de Tomás de Aquino o vías tomistas. Aquí no las voy a explicar
porque es tarea del interesado.
A Dios lo conocemos por sus obras. Lo
invisible de Dios se hace reconocible a través de la creación de sus obras. La
idolatría consiste en equivocarse de quién es Dios.
El ateísmo en la antigüedad era escaso, hay
quienes desconfiaron de sus dioses, como Demócrito. Los dioses que niegan
Demócrito y Leucipo –filósofos atomistas- son los dioses del Olimpo. Los dioses
negados son ridículos, no son una explicación del universo.
Queremos demostrar la existencia de Dios para
profundizar en un misterio en el que ya creemos. No cuestionamos su existencia,
sino que las obras de Dios pregonan su gloria, proclaman quién es Dios.
Queremos profundizar en la belleza de su Ser para hacer más consistente nuestra
relación. Nos preguntamos para creer con más razones. Queremos demostrar la
existencia de Dios para allanar el camino al que no cree, para que vea que es
posible creer. La razón humana no reemplaza la fe pero sí despeja el terreno para
creer.
Es frecuente que un científico diga que la fe
es producto de la Ignorancia, entonces uno se arma de paciencia y le dice a la
persona. El dios que niega es “el dios para huecos”, ese no es mi Dios, no es
el Dios verdadero. Queremos allanar el camino para el que duda o para el que no
cree.
Otras personas se acercan a Dios por
testimonios, un poco emocionales, ya sea de su experiencia o de la experiencia
de seres amados. Las pruebas morales y las testimoniales son de persuasión.
Allí quedan dudas que quedan sin resolverse.
Las demostraciones sólidas sirven para quitar
obstáculos y para afianzar a los que ya creen, las demostraciones
testimoniales, sirven para los que no creen. La racionalidad tiene una
capacidad muy limitada de persuasión.
El ser humano con una sensibilidad fina se
conmueve ante la Capilla Sixtina pintada por Miguel Ángel.
Los regímenes ateos como el comunismo
soviético, no pudieron derribar las cúpulas del Kremlin, no suprimieron los
mosaicos del Pantocrátor y el arte cristiano.
Hay gente que reza porque piensa: ¿Qué va a pasar con mis hijos
si se los lleva el ateísmo? Se quedan con pocas raíces.
Para volver a Dios, ayuda mucho acudir a la
Confesión. Para ello hay que ver más allá del sacerdote, es decir, ver al Sumo
Sacerdote, en donde encontramos la salud y el camino.
Nelson Medina explica los dos límites de la
racionalidad humana: los sociales y los psicológicos.
Los límites
sociales de la racionalidad es lo que se llama “ir contra corriente”,
eso pasa cuando se entra a un tema ético en donde no se está de acuerdo con la
mayoría. Es muy difícil contradecir lo social. Decía Santo Tomás: “Sólo niega a
Dios aquel a quien no le conviene que exista”. Hay gente que atribuye su fe a
un hecho social o cultural, y de allí se concluye que se es creyente por
accidente. Saber preguntarse por encima de lo cultural y de lo social es
difícil, pero se puede superar: ¿Qué hay de convicción y qué hay de costumbre?
La limitación
psicológica tiene que ver con la historia de uno mismo. Si se reflexiona
uno descubre cosas que no funcionan. Situémonos en el caso de un hombre que
dice: “Yo vivo y dejo vivir”. En su historia personal tiene amigos y tiene
novia. Todo parecía ir bien, pero de repente siente la rutina y empieza a salir
con otra mujer. La novia ve que es infiel. Él le dice: “Yo no tengo ningún
contrato contigo, que cada uno haga lo que quiera. Yo quiero ser
independiente”. Él queda tranquilo, pero ella tenía implicado el corazón y ella
se siente estafada. La causa del sufrimiento es él. El muchacho trata de
justificarse pero por dentro concluye: “Soy una porquería, un asco”. Se da
cuenta de que el principio que ha guiado su vida no funciona. Ese principio
deja a la gente lastimada, y debe reformarlo. Ese señor luego va a defraudar a
los hijos si no cambia.
Toda fe es una apuesta. ¿A qué le apuestas?
La existencia de Dios se puede demostrar, pero
aun demostrada, se puede siempre preguntar.