Ser
hombre de principios
Rebeca Reynaud
Cuando un ateo dice
que es infeliz, está en camino de búsqueda. La experiencia demuestra que no se
es feliz por el hecho de satisfacer las expectativas y las exigencias
materiales. La única alegría que llena el corazón es
la alegría infinita.
Tener principios es tener convicciones fuertes. Los principios
sólidos son los Diez Mandamientos hechos vida y el respeto a la ley natural.
Esos son principios no negociables, y, si los llevo en la cabeza y en el
corazón, tendré una brújula certera en la vida.
Cicerón escribe: “Si los derechos se fundaran en la voluntad de
los pueblos, en las decisiones de los príncipes y las sentencias de los jueces,
sería jurídico el robo, jurídico el adulterio, jurídica la suplantación de
testamentos, siempre que tuviera a favor los votos, o los plácemes de una masa
popular”. Y es que “para distinguir la ley buena de la mala, no tenemos más
norma que la naturaleza”, con la que se discierne lo justo y lo injusto.
“Pensar que esto depende de la opinión de cada uno y no de la naturaleza es
cosa de locos” (De Legibus I, XVI, 44).
Sólo hay dos opciones: Somos fruto
del azar o somos frutos
del querer de Dios, en este caso, somos predilectos. El fundamento de mi
existencia es un querer, el querer de Otro, es una libertad.
Peter Kreeft explica: El “yo” lleva
dentro un misterio, más que un problema. Podemos controlar y predecir los
problemas; el ser humano es impredecible. No puedes conocer a la persona
científicamente, “colectivamente”, sólo la puedes conocer personalmente. Se
puede ser experto en problemas; pero hay cosas que sólo se conocen por amistad,
por el cariño, por el amor. ¿Quién te
conoce mejor? ¿El sociólogo, el psicólogo o el mejor amigo? Si te conoce bien
un psicólogo te ayuda más por la amistad que ha crecido entre ustedes, que por
las terapias. ¡Literal!
Hay dos premisas: 1ª Para entender al ser hay que tratar de
entender nuestra propia existencia. 2ª Cuanto más entiendas la existencia
humana, el yo, más entiendes la realidad. No hay seres humanos sanos, todos
tenemos conflictos, enfermedades físicas, psíquicas o espirituales. La
enfermedad es la norma, pero los santos no se conforman con la norma.
Para entender cualquier cosa, se entiende en su estado perfecto.
Un bebé es perfecto en el seno de su madre y los sentidos que tiene lo va a
usar en la vida, no en el seno materno. Jesús no dice: “Trata de hacer las
cosas un poco mejor”, sino que afirma rotundamente: Deben
de ser perfectos como mi Padre celestial es perfecto. Él es nuestro
Salvador porque nos saca del pecado y nos da la fuerza para superarlo y para
desear ser santo.
Que algo sea posible o imposible, no depende tanto de la realidad,
sino de mi capacidad de afrontar retos. Los pilares de una personalidad madura
son: capacidad de abordar lo arduo; capacidad de retardar el deleite; capacidad
de reconocer al otro como “otro yo”; capacidad de decidir atendiendo a lo real. Retrasar el deleite es el principio
de la templanza, es educar el mundo emocional.
Hay sólo dos cosas que quiero saber, le dijo San Agustín a Dios: quién
eres Tú y quién soy yo. Dios quiere que le amemos con todo el
corazón, con toda el alma, con todas nuestras fuerzas y con toda nuestra
voluntad. El pecado es desobediencia y separa al alma de Dios y de sí misma,
aliena, nos rompe. Nos
rompemos cuando decidimos ser lo que no somos.
No vivimos en una sociedad pagana sino en una sociedad descristianizada, ¿qué
puede salvar nuestra civilización? Ninguna
civilización se ha salvado sin fortalecer a la familia. Este es el
fundamento principal de la sociedad y se va a colapsar sino se restaura, ¿cómo?
Los santos salvan las civilizaciones. ¿Cuántos santos? No lo sabemos. Ratzinger
afirma que la Historia de la salvación la hacen muy pocos.
Jesús es la luz que ilumina a todo ser humano que llega al mundo,
redime a todos pero no todos corresponden. ¿Cómo lo conocemos? A través de los
que lo conocen mejor, los santos. Tenemos la tarea de vivir las virtudes pero
no bastan las virtudes solamente. El universo físico es hermoso, eso nos hace
suponer que el universo espiritual también lo es, y mucho más. Madre Teresa
llevó a que muchos se enamoraran de Jesucristo por su vida y sus obras. Decía: Dios no nos puso en este mundo para
tener éxito sino para vivir de fe.
Lo que temes, las tentaciones que tienes, son parte del plan de
Dios, confía en Él. La gente sufre porque pierde la vida de fe, porque creen
que no necesitan a Dios, que ellos pueden solos, y lo ignoran. La perversión
siempre es la perversión de algo o alguien bueno. El primer reto es ser hombre de principios, de
convicciones, y eso implica varios pasos: buscar la verdad, encontrarla y –una
vez encontrada- comprometerse con ella. Para buscar la verdad
desinteresadamente hay que vivir los Diez Mandamientos, que son de ley natural.