Un coro
P. Fernando Pascual
4-10-2020
Cada uno ocupa su propio
lugar. Las voces se agrupan. Conocen la partitura de memoria. Delante, el
director, está preparado.
Empiezan a sonar los violines,
los tambores, las flautas y los demás instrumentos.
Un solista irrumpe en la
melodía. La voz resuena en la sala, sostenida por los acordes de los
instrumentos.
Poco a poco hacen su ingreso
las diversas voces del coro. Las armonías se cruzan. La letra llena todo el
salón.
¿Qué hay detrás de un coro?
Vidas concretas, situaciones familiares mejores o peores, miedos a perder el
trabajo, esperanzas al concluir la carrera.
Son muchos los aspectos que
caracterizan a cada corista. Ahora simplemente está ahí, para dar vida a una
partitura y para encender el entusiasmo del público.
El director hace sus
movimientos. Las miradas de los coristas le dan confianza. La orquesta
desempeña su papel con profesionalidad envidiable.
El coro ha llegado a su
plenitud en ese canto. Hay sonrisas o rostros serios. Las voces mantienen viva
la sucesión de las palabras.
Entre el público, las miradas
se dirigen a este o a aquel corista. Notan las diferencias de edades, de
expresiones, de sintonización con la letra que interpretan.
El coro llega a los últimos
acordes. Luego, un instante de silencio, y el aplauso atronador del público. La
tensión del canto cede el paso a la alegría por el éxito.
Luego, cada miembro del coro
recogerá sus papeles, saludará a los amigos, estrechará las manos de algunos
espectadores.
Llega la hora de volver a
casa. Allí sigue otra partitura, más compleja y difícil de interpretar. La
libertad de los familiares siempre reserva sorpresas en la “melodía” del hogar.
El coro es una de las
experiencias humanas más fascinadoras. Sin embargo, no puede manifestar esa
misteriosa melodía que suena en el interior de los corazones.
Solo Dios conoce el sentido de
las notas de la vida de quienes configuran un coro maravilloso y provisional,
una vida que transcurre entre momentos de monotonía y otros de apasionado
lirismo.
Esas notas se unen a los
millones de personas que interpretan la más misteriosa de las melodías: la del
inmenso coro que, día a día, escribe la partitura de la historia humana...