CADA DÍA SU AFÁN
EUTANASIA Y CUIDAOS PALIATIVOS
El día
22 de septiembre de este año 2020 el Vaticano ha dado a conocer la carta “Samaritanus bonus”, firmada por
el cardenal español padre Luis Ladaria, prefecto de
la Congregación para la Doctrina de la Fe. Evocando la imagen del Buen
Samaritano, la carta nos invita a prestar atención a las personas en las fases
críticas y terminales de la vida y a curar sus heridas y su dolor con el aceite del
consuelo y el vino de la esperanza.
Tras cuatro capítulos de reflexiones
humanas, sociales y teológicas sobre la atención a los enfermos, en la quinta
parte se ofrecen doce putos de la enseñanza
de la Iglesia católica sobre la eutanasia y el suicidio asistido.
1. La eutanasia es un crimen contra la vida humana porque,
con tal acto, el hombre elige causar directamente la muerte de un ser humano
inocente.
2. Tutelar la dignidad del morir
significa tanto excluir la anticipación de la muerte como el retrasarla con el
llamado “ensañamiento terapéutico”.
3. A todo
paciente se le debe el cuidado básico de los alimentos y los líquidos
necesarios para el mantenimiento de la homeostasis del cuerpo.
4. Los
cuidados paliativos son la expresión más auténtica
de la acción humana y cristiana del cuidado, el símbolo tangible del compasivo
“estar” junto al que sufre.
5. La familia apoya al enfermo, pero al mismo tiempo necesita la ayuda
y los medios necesarios para atenderlo adecuadamente.
6. Hay que
prestar atención a los neonatos y a los niños afectados
de enfermedades crónicas degenerativas incompatibles con la vida, o en las
fases terminales de la vida misma.
7. La Iglesia afirma la licitud de la sedación como parte de los
cuidados que se ofrecen al paciente, de tal manera que el final de la vida
acontezca con la máxima paz posible y en las mejores condiciones interiores.
8. En el
estado vegetativo y el estado de mínima consciencia el paciente tiene derecho a la alimentación y a la hidratación,
como medidas ordinarias, que en algunos
casos, pueden llegar a ser desproporcionadas.
9. Ante las leyes que legitiman la eutanasia o el suicidio asistido,
se debe negar siempre cualquier cooperación formal o material inmediata,
apelando a la objeción de conciencia.
10. La Iglesia está llamada a acompañar espiritualmente a los fieles
en el momento de la muerte, ofreciéndoles los recursos sanadores de la oración
y los sacramentos.
11. Quien ha pedido expresamente la eutanasia o el suicidio asistido podrá
recibir los sacramentos si el ministro puede concluir que el penitente ha
modificado su decisión.
12. La familia, la escuela y las parroquias deben tratar de despertar
aquella sensibilidad hacia el prójimo y su sufrimiento, que se ve en la figura
evangélica del Samaritano.
La lectura de toda la carta ayudará a
aclarar los muchos matices que acompañan a cada uno de estos puntos.
José-Román Flecha Andrés