COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO CUARTO: 3

Padre Arnaldo Bazán

Y acercándose el tentador, le dijo: “Si eres Hijo de Dios, di que estas piedras se conviertan en panes”. Mas él respondió: “Está escrito: No solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”(4,3-4).

La principal preocupación de la mayoría de la gente es el pan que necesitamos para vivir en este mundo.

Y no es que sea malo ocuparnos de eso, ya que es ley divina: “Ganarás el pan con el sudor de tu frente” (Génesis 3,19), y hasta Jesús nos enseña a pedir: “Danos hoy nuestro pan de cada día” (Lucas 11,3).

El problema está en que SOLO nos ocupemos de este pan, olvidándonos de que hay otras necesidades más importantes. Por eso Cristo añade a las primera palabras del versículo: “sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”.

Procurar el pan propio y el de la familia es tarea indispensable de todo ser humano. Todos tenemos que trabajar para conseguir el sustento.

Pero no podemos embrutecernos, materializarnos, de tal modo que todas nuestras aspiraciones no pasen de ser las mismas que puedan tener los animales.

Y a eso es que reducimos nuestra vida cuando solo estamos preocupados por el pan material o las cosas que necesitamos para sobrevivir en la tierra, como el animal que se contenta con el alimento y el descanso.

Hemos sido creados para elevarnos mucho más alto, para mirar más allá del firmamento, para subir hasta Dios.

Lo que no significa tampoco que nos quedemos sólo aspirando por las cosas celestiales y nos olvidemos de trabajar y luchar.

Ya lo dijo san Pablo a los de Tesalónica: “El que no quiera trabajar, que no coma” (2a. Tes. 3,10). Y también: “De parte de Jesucristo, el Señor, les mandamos y exhortamos a que trabajen en paz y se ganen el pan que comen” (3,12).

Lamentablemente el pan escasea para muchos. Y no porque no lo haya, sino porque está mal repartido. Mientras una minoría come opíparamente, y desperdicia la comida sin ningún miramiento, otros se están muriendo materialmente de hambre.

¡Qué triste es ver tanto niño desnutrido y tantos seres humanos famélicos y sin recursos! No vivimos solo de pan.

Pero si aspiramos a los bienes de arriba nuestra generosidad ayudará a otros a tener, no sólo el pan espiritual, sino también el material con que saciar su hambre. Así estaremos cumpliendo lo que Jesús nos enseña.

Arnaldo Bazán