Arrastrados por los argumentos
P. Fernando Pascual
6-9-2020
Es un fenómeno frecuente:
leemos un artículo o escuchamos a un conferencista, y nos convencemos de la
conveniencia de pensar o actuar de una manera. Luego leemos otro texto o
escuchamos a otra persona, y nos convencemos de lo contrario.
Pasa esto en el ámbito de
temas sencillos, como el deporte, o la literatura. Pasa también en temas más
complejos: cómo mejorar la economía, cómo afrontar esta nueva epidemia, cómo
elegir buenos candidatos al parlamento.
Los seres humanos pueden ser
arrastrados por los argumentos, como una nave que se deja mover según la
dirección del viento. Así, en la mañana pensamos que hay que subir este
impuesto, y en la tarde hemos cambiado de opinión, tras haber escuchado los
razonamientos de unos y de otros.
Los griegos, especialmente los
sofistas, reflexionaron sobre este fenómeno, incluso ofrecieron ideas y métodos
para promover, en los oyentes, persuasiones según los deseos y convicciones de
los que escribían o hablaban.
Sócrates, para muchos un gran
crítico de los sofistas, también era capaz de orientar sus palabras y
razonamientos hacia un lado o hacia otro, para que interlocutores pudieran
percibir el problema que surgía al adherirse a una idea y luego a la idea opuesta.
Por desgracia, si los
argumentos están heridos por la falsedad, si son elaborados por expertos en la
manipulación, mucha gente llegará a aceptar como verdadero lo que no lo es, lo
cual en algunos casos puede tener consecuencias más o menos graves.
Es inevitable que al escuchar
un argumento nuestro interior quede afectado de un modo o de otro. Incluso
quienes tienen un mayor espíritu crítico y una cierta desconfianza hacia lo que
escuchan o leen, pueden incurrir en el error de declarar falso un argumento que
podría ser verdadero.
Para no dejarnos arrastrar por
los argumentos y llegar a situaciones en las que lo falso o lo inseguro quede
asentado en nuestro interior como si fuera verdad, hace falta un sano espíritu
crítico para analizar con calma unos y otros argumentos.
Entonces será posible separar
el grano de la paja, la escoria de lo valioso, y avanzar poco a poco, ayudados
por los que muestren honestidad en sus vidas y sus palabras, hacia esa verdad
que anhelamos desde lo más profundo de nuestros corazones.