En la
Fiesta de la Patrona de Cuba
Nuestra Señora de la Caridad del Cobre
Padre Arnaldo Bazán
Hace ya poco más de cuatrocientos
años que el pueblo cubano recibió, como precioso regalo, el ver aparecer en las
aguas de la bahía de Nipe, la imagen de María con unas palabras que decían:
"Yo soy la Virgen de la Caridad".
Tres pobres cubanos, dos indios y
un moreno, fueron los representantes de nuestro pueblo para recibir el regalo.
Siempre el Señor se fija en los humildes para hacerles testigos de su amor.
Aquellos hombres iban por sal, y
recibieron una sal mucho más preciosa, pues se trataba nada menos que de laimagen de la Madre de Jesús, la que es también Madre
nuestra.
Virgen de la Caridad, por tanto
Virgen del Amor. No podrían imaginar aquellos tres testigos, que de seguro
apenas sabrían leer, todo el contenido de esta frase. Como muchos ahora lo
seguirán ignorando.
¡Qué maravilloso el título de la
que iba a ser la portadora del amor para todos los cubanos! Pues desde entonces,
la Madre y su título se convertirían en patrimonio de todos los cubanos, que la
harían su Patrona y su Reina.
Aquellos tres hombres no se
quedaron con la imagen. Ellos fueron guiados por el Espíritu para trasladar la
que habían hallado en el agua, a un lugar tierra adentro, hasta que la propia
Virgen fijaría su morada en lo alto de un pico correspondiente a la Sierra
Maestra.
Desde entonces, ¡cuantas bendiciones ha repartido a todos aquellos que la
invocan a lo largo y ancho de Cuba!
Pues muy pronto los cubanos iban a
conocer y a venerar a la que sería la principal protectora de una nación que
apenas comenzaba a surgir como tal.
Y así ha sido a lo largo de estos
cuatro siglos, pues a pesar de la situación actual, en la que un gobierno ateo
ha querido imponer el ateísmo a todo un pueblo, muchos son los que acuden a
Ella en medio de sus necesidades y de sus tristezas, como también de sus alegrias, como puente que nos lleva hasta Dios.
Hemos de preguntarnos la
coincidencia entre el nombre de la advocación de la Virgen con esta época que
nos ha tocado vivir, en la que el odio a lo divino, y la sumisión de todo un
pueblo a una tiranía, viene a ser la negación de lo que significa la palabra
Caridad.
Y es que la palabra Caridad es la
total negacion de lo que hoy tienen los cubanos que
soportar y sufrir calladamente, so pena de quedar marginados, cuando no de
parar con sus huesos en una cárcel o verse enfrentados a un pelotón de
fusilamiento.
Esa bella Palabra no cabe en el
léxico de los que hoy malgobiernan nuestra Patria.
Pues ella significa no simplemente amor, sino un amor llevado hasta las últimas
consecuencias.
¿Es que acaso no merecíamos un
regalo tan grande? ¿O es que, por el contrario, nos ganamos con nuestra desidia
lo que hoy estamos soportando?
Me atrevo a formular tales
preguntas como un examen de conciencia, pues los cubanos tenemos fama de muchas
cosas buenas, y también de algunas malas, y entre ellas, la de ser uno de los
pueblos menos religioso de toda la América Latina.
Es muy cierto que no nos merecemos
una distincion especial por nuestra práctica
religiosa en general, pero no podemos cargar toda la culpa a nuestra gente.
Una cosa es cierta: la inmensa mayoria de los cubanos estábamos bautizados en la Iglesia
Católica, algo que ha disminuido notablemente en estas ultimas
cinco decadas.
Eso, sin embargo, no iba acampanado
de una nutrida participación en la Misa dominical, que es donde podemos contar
mejor a aquellos que han tomado la decisión de aceptar a Jesús como su
Salvador.
¿Qué es lo que pudo fallar?
Pienso en la escasez de vocaciones
a la vida religiosa y sacerdotal, y en los muchos lugares de nuestra Patria
donde solo se veía un sacerdote en contadas ocasiones durante el año, producto
precisamente de lo anterior.
En las grandes ciudades contábamos
con un buen número de católicos, y florecían diversos grupos o asociaciones de
la Iglesia. Pero en los campos se notaba la ignorancia religiosa y la falta de
lugares de culto para facilitar la práctica de la fe.
No debemos olvidar que nacimos a la
Independencia huérfanos de una jerarquía que pudiera orientarnos, pues la
mayoría de los obispos y sacerdotes eran españoles, una buena parte de los
cuales no compartían el ideal independentista, el que sembró en las mentes el
gran cubano que fue nuestro Venerable Padre Félix Varela. El paso a la
Independencia nos llegó sin que tuviéramos un solo Obispo al que acudir.
De todos modos, hemos de recordar
la célebre frase de Tertuliano allá por el lejano siglo IV: "Sangre de
mártires, semilla de cristianos".
Y aunque hoy Cuba aparece con un
por ciento ínfimo de cristianos, con todo, son muchos los que han muerto o
padecido llevando en sus pechos el ideal cristiano, pues es sabido que no pocos
de los fusilados murieron gritando ¡Viva Cristo Rey!
Es de esperar, pues, que todo
cambie en el futuro de Cuba, y que la palabra Caridad se haga una realidad, no
solo en el título de nuestra Patrona, sino también en los corazones de la
inmensa mayoría de los cubanos.
Esa Caridad que significa amor a
toda prueba. Esa Caridad que es compartir con el prójimo y trabajar por hacer
de Cuba lo que nunca hemos logrado todavía: "Una Patria con todos y para
el bien de todos", como la soñaba Martí.
Que en nuestro futuro se haga
realidad lo que san Pablo define como Caridad:
"La caridad es paciente, es
servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe; es
decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal; no se
alegra de la injusticia; se alegra con la verdad. Todo lo excusa. Todo lo cree.
Todo lo espera. Todo lo soporta. La caridad no acaba nunca". (1
Corintios 13,4-8).
Que la Virgen Santísima, María de
la Caridad, bendiga a Cuba y a todos los cubanos dondequiera se encuentren. Que
Dios, por su intercesión, nos conceda ver a nuestra Patria libre de la tiranía
que hoy la oprime.