Justos condenados y culpables
impunes
P. Fernando Pascual
31-8-2020
Como todo lo humano, la
justicia está sujeta a errores, a manipulaciones, incluso a intereses y
favoritismos, que provocan que existan inocentes condenados y culpables
impunes.
Produce gran pena constatar lo
anterior, precisamente porque uno espera que los jueces y el sistema jurídico
en general defienda a las víctimas, castigue a los culpables, y evite errores
en las sentencias.
Ante esta situación, existen
esfuerzos por promover mejoras en los juicios, por afinar los procedimientos,
por ayudar a jueces, fiscales y abogados a actuar honestamente y a calibrar
mejor sus propuestas y sus decisiones.
Pero esos esfuerzos chocan
ante esos dos grandes límites humanos. Uno, las enormes dificultades que
existen cuando se trata de conocer la verdad en asuntos concretos, sobre todo
cuando está en juego la tutela de la ley.
Otro, la vulnerabilidad de las
personas que trabajan en los tribunales, que tienen sus simpatías, sus ideas,
sus intereses, incluso (tristemente) que son susceptibles al soborno, o que
sucumben ante el miedo por presiones externas.
Por lo mismo, en el pasado,
como en el presente, y seguramente también como en el futuro, al llegar al
final de un proceso y al emitirse una sentencia, habrá ocasiones en las que un
inocente sea castigado, tal vez con la cárcel, y un culpable quede libre,
incluso sea “premiado” con un resarcimiento.
Tras sentencias erróneas
empieza un calvario más o menos doloroso para quien, sin culpa, tiene que pagar
ante la sociedad por delitos nunca cometidos.
También inicia, para el
culpable absuelto, una etapa que parece beneficiosa, pues en su interior
suspira por haberse librado del castigo que merecía.
Sin embargo, nunca será un
bien eludir la justicia, como enseñaba el viejo Sócrates, porque un castigo
bien dado tiene un carácter curativo que el culpable necesita para salir de los
males de la injusticia.
Para evitar el doble mal de
las sentencias injustas que castigan a inocentes y liberan a culpables, vale la
pena todo esfuerzo sano y bien orientado para que mejoren los sistemas y para
que los funcionarios de justicia crezcan en un profundo y serio amor por la
verdad y busquen la máxima corrección en su servicio a la sociedad.