Conflictiva “vuelta al cole”.
Ángel Gutiérrez Sanz
Se
está tratando la forma de que las aulas vuelvan a abrirse con el menor
peligro posible para el colectivo docente, pero el riesgo sin duda existe, o al
menos así lo entienden muchos miles de padres que se revelan contra la medida
de iniciar el curso de forma presencial dadas las actuales circunstancias. La
decisión tomada por las Administraciones territoriales en conformidad con el
gobierno parece firme, de modo que con
el consentimiento o no de los padres,
los centros educativos van a abrir sus
puertas quedando obligados los alumnos a asistir a clases bajo la amenaza de fuertes
sanciones y es aquí donde ha surgido la
polémica, porque se puede pensar razonablemente que con esta medida drástica de obligatoriedad para todos, se podría estar
vulnerando derechos fundamentales de la patria potestad.
Sin duda alguna los padres tienen el
sagrado deber de dar una educación a sus
hijos como también lo tienen de
protegerles, criarles y alimentarles, siendo el Estado quien ha de velar para
que esta obligación paterna se cumpla, pero no es de esto de lo que estamos
hablando, sino que de lo que ahora se trata, es de coaccionar a los padres para
que esa educación se lleve a cabo en la forma y circunstancias que el Estado quiere y no como muchos padres
desearían. Es decir, no estamos hablando de la necesidad de que los hijos han
de recibir una educación, lo cual se da por evidente, sino de la necesidad imperiosa
de que ésta tenga que realizarse de forma escolarizada, sobre todo en las
presentes circunstancias; éste y no otro es el fondo de la cuestión. Sin duda, existen
familias preparadas, dispuestas a dar una educación adecuada a sus hijos,
estando capacitadas para ello, en semejantes casos al menos no parece que
exista una razón de peso para impedírselo, a no ser ,
la decisión despótica emanada de un Estado dictatorial. Diré más, si estas familias posibilitadas para educar a
sus hijos , en las presentes circunstancias, marcadas
por la grave pandemia que nos azota, piensan que la asistencia presencial a las
aulas constituye un riesgo para sus
hijos, seguramente ya no solo habría que
hablar del derecho de oponerse a esta medida, sino también un deber por su parte que surge de la responsabilidad inherente a la patria
potestad de proteger a los suyos.
Yo ignoro si los responsables de la educación
en España están al día sobre la enseñanza homeschooling, (Escuela en casa) y si
saben que este tipo de enseñanza está reconocida en la mayoría de las naciones
avanzadas, por citar algunas ahí tenemos a Estados Unidos, Canadá, Austria,
Reino Unido, Irlanda, Finlandia ,
Dinamarca, cuando en España este tipo de educación está prohibida porque el Estado así lo quiere, naturalmente
con el consenso generalizado de los partidos políticos, lo cual no deja de ser
grotesco o cuando menos curioso, pues
mientras al Estado se le supone todo el derecho del mundo a no fiarse de los
padres de familias, éstos en cambio
tienen que confiar, por narices en el Estado, aunque para ello se vean obligados
a comulgar con ruedas de molino. ¿Por qué hay tanto miedo a la familia y tanta
fe ciega en los estados?
Ya va siendo hora de que comencemos a debatir a fondo dos importantes cuestiones educativas
que nos apremian. Primera, ¿En materia de
educación se están respetando los derechos fundamentales de
la patria potestad, en consonancia con
una neutralidad educativa estatal? Segundo ¿ Existe libertad de educación en
España?.
Con respecto a
si hay o no libertad educativa en España, es preciso decir que aparte de la prohibición
de la educación homeschooling,
y la prohibición en la escuela pública de la enseñanza diferencia; el sistema
educativo español viene ya viciado en su
origen, pues sabido es que la enseñanza
pública en España es la expresión de un
sistema monolítico y único para todos, donde prácticamente no va quedando
ningún tipo de opción. En lugar de existir una escuela plural, en consonancia
con las exigencias de una sociedad plural, como la existente hoy día, lo que
tenemos es una escuela pluralista única igual para todos, eso sí, se nos la presenta como neutral, cuando está más que
constatado que en materia de educación el neutralismo es una utopía. Llegado a
este punto conviene aclarar una cuestión de gran interés. Muchos ciudadanos piensan
que la escuela pública concertada es distinta a la estatal y viene a satisfacer
la exigencia de las distintas opciones educativas de los ciudadanos, lo cual es
totalmente erróneo, ya que entre ambas no existe diferencia alguna a no ser la
forma de financiación, por lo demás igual da una que otra, porque ambas
participan de un mismo modelo educativo, ambas están sujetas a la misma
legislación, ambas dependen directamente del estado y de los organismos
competentes. El hecho es que en España existe un solo modelo de enseñanza con
el que se pretende satisfacer la diversidad de aspiraciones y dejar contentos a
todos, algo tan difícil como tratar de cubrir todas las cabezas con un solo
sombrero.
Con estos antecedentes a nadie le debiera
extrañar los dramáticos episodios que están viviendo muchas familias que no
acaban de comprender lo que está sucediendo. “La vuelta al cole” está quitando
el sueño a muchas madres y a muchos padres que viven angustiosamente una penosa
situación , creada artificialmente por la administración, con lo fácil que
sería habilitar y favorecer la homeschooling o cuando menos no perseguirla. Lo
que ahora está en juego no es la salud moral de los alumnos, sino la salud
física, pero para el caso es igual. Los padres siguen siendo los guardianes
responsables, los valedores del bien de su hijos que tienen a su cargo, tal es
una exigencia del derecho natural, reconocido por la constitución, que deja en
claro que se han de respetar los principios y convicciones de los padres, razón
por la cual en manera alguna se opone a la
homeschooling, pues de otra forma se caería en contradicción. La que
sí que prohíbe este tipo de enseñanza es la ley Orgánica de Educación en España.
Esta medida impositiva generalizada de
forzar a todas las familias a mandar a sus hijos a la escuela aún en tiempo de
pandemia, sin duda puede resultar
tremendamente peligrosa y lesiva de los derechos fundamentales, que ponen en
cuestión la patria potestad, a no ser que desde las altas instancias políticas
se esté en la creencia de que los hijos son algo ajeno a los padres y que sobre
ellos no se tiene ninguna autoridad y por ahí parece que apuntan los tiros, después
que la Sra. Celaá actual ministra de educación, se despachara con estas
palabras: “ No podemos pensar de ninguna
de las maneras que los hijos pertenecen a los padres”. Ojalá se imponga la
cordura y al final la balanza se incline no del lado de quien tiene el poder,
sino de quien tiene la razón.