COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO TERCERO: 10

Padre Arnaldo Bazán

"Pero Juan trataba de impedírselo diciendo: “Soy yo el que necesita ser bautizado por ti, ¿y tú vienes a mí?” (3,14).

¿Conocía Juan a Jesús? Parece ser que, personalmente, ésta era la primera vez que estaban cerca el uno del otro.


Ciertamente estuvieron muy cerca cuando María, ya embarazada, visitó a su parienta Isabel, la madre del futuro Bautista.

Recordemos lo que ocurrió cuando María entra a la casa de Zacarías e Isabel y saluda a ésta, ya embarazada de seis meses. Nos lo narra Lucas de este modo: "Y sucedió que, en cuanto oyó Isabel el saludo de María, saltó de gozo el niño en su seno, e Isabel quedó llena de Espíritu Santo; y exclamando con gran voz, dijo: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu seno; y ¿de dónde a mí que la madre de mi Señor venga a mí? Porque, apenas llegó a mis oídos la voz de tu saludo, saltó de gozo el niño en mi seno” (1,41-44).

Solo el Espíritu Santo podía haber inspirado a Isabel para saludar de ese modo a su parienta. Sólo El podía haberle hecho conocer que estaba en presencia de la madre de su Señor y del Señor mismo en el seno de María. Sólo El podía tocar al pequeño Juan para que, al menos en su subconsciente, sintiera también el gozo de la presencia de Jesús y saltara de gozo en el vientre de su madre.

Las cosas del Señor parecen ser inverosímiles, por lo que son rechazadas fácilmente por los incrédulos. Pero para nosotros, los creyentes, son gracias de Dios.

Si bien es cierto que Jesús y Juan estuvieron tan cerca durante los tres meses que pasó María junto a Isabel, no eran todavía capaces de conocerse en el pleno sentido de la palabra.

Por otro lado, no parece que haya habido ningún otro tipo de contacto previo a este momento junto al Jordán.

Hemos, pues, de concluir que fue el Espíritu Santo quien hizo saber a Juan que estaba en la presencia de Alguien muy especial. No podríamos afirmar que estaba totalmente seguro que fuera el Mesías, pues más adelante enviaría a dos de sus discípulos a preguntarle si era él o había que esperar por otro (ver Lucas 7,18-20).

Con todo, Juan demostró su humildad negándose a bautizar a Jesús, pues de lo que sí estaba seguro es de que éste no necesitaba arrepentirse de ningún pecado. Al contrario, de él era que deberíamos esperar el verdadero bautismo.

Si Juan luego dudó de que Jesús fuera el Mesías no lo sabemos completamente, pero en ese momento el Espíritu le hizo ver que quien estaba frente a él era el auténtico autor del Bautismo.

Arnaldo Bazán