COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO
CAPÍTULO TERCERO: 7

Padre Arnaldo Bazán

 

“Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego” (3,10).

Aunque Dios se presenta a nosotros como el Señor misericordioso, lento a la ira y rico en piedad, como nos lo recuerdan numerosos pasajes del Antiguo y Nuevo Testamento, es también Dios de justicia, lo que significa que dará a cada uno según lo que merezca. Veamos un ejemplo de lo primero: "Que el Señor es compasivo y misericordioso, perdona los pecados y salva en la hora de la tribulación" (Eclesiástico 2,11).

Y este otro de lo segundo: "Y a sus hijos, los voy a herir de muerte: así sabrán todas las Iglesias que yo soy, el que sondea los riñones y los corazones, y yo les daré a cada uno según sus obras" (Apocalipsis 2,23).

Esto significa que tenemos que dar frutos. No basta con que digamos “Yo creo”. Jesús lo dijo claramente: "No todo el que me diga: "Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial”. Muchos me dirán aquel Día: "Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros?" Y entonces les declararé: "¡Jamás los conocí; apártense de mí, agentes de iniquidad!" (Mateo 7,21-23).

Por supuesto que nosotros no somos jueces de nuestros hermanos. Sólo Dios puede saber hasta dónde una persona es culpable. También será El el único que pueda aplicar un castigo tan terrible como que alguien se condene al fuego eterno.

Pero es un aviso para todos nosotros, pues podríamos creer que porque vamos a la iglesia, o rezamos, o hasta comulgamos, estamos ya seguros de la salvación.

Veamos que Jesús habla de quienes profetizaron y expulsaron demonios e hicieron milagros en su nombre. Ni siquiera estos pueden sentirse seguros si se apartan de los mandatos de Dios. Por eso El nos da todas las oportunidades de arrepentimiento y conversión mientras dura esta vida. Cuando llegue “el Día” ya no habrá ninguna. Habrá llegado el momento de la Verdad para cada uno de nosotros.

La advertencia de Juan el Bautista sigue siendo válida en nuestros días. Dios nos da todos los medios necesarios para la salvación. Están a nuestro alcance. Pero a menudo preferimos seguir nuestros propios deseos malvados antes que obedecer al Señor. El está a nuestro servicio para ayudarnos a perseverar y perdonarnos cada vez que caemos en el pecado. Pero aplicará su justicia equitativamente, como Justo Juez que es.

Arnaldo Bazán