DEBILIDAD

 

Poco a poco el techo dejó mostrar su debilidad.

Una pequeña gotera se hacía notar.

Lo importante era poder ubicarla con exactitud y tratar de poner fin a ella.

De no prestarle atención otras goteras habrían de aparecer y ello nos haría la vida imposible.

No era cuestión de resignarnos sino de buscar, con paciencia, la fuente de la misma.

Fue, desde esa búsqueda, que se pudo concretar  la zona donde se producía.

Luego hubo que prestar un poco más de paciencia para poder concretar el lugar puntual donde se producía.

Así se llegó a puntualizar que el techo no era el responsable sino que una pequeña grieta era quien permitía aquella gotera.

Lo importante no era continuar quitando cosas para que no se afectaran por la gotera sino evitar que la misma se continuase produciendo.

Cuando se hubo determinado el origen había que comenzar a buscar la manera de poner remedio a la misma.

Debía estar muy seguro de que aquella grieta era la fuente de la gotera y, para ello, debí realizar algunas pruebas.

Fue así que llegué a la certeza de que era tal como lo suponía.

Las pruebas me mostraban que no estaba equivocado. Ya tenía la certeza del origen de la gotera y ahora necesitaba dar un pequeño paso más.

Aquella gotera no implicaba el descarte del techo ni el darlo por inservible, simplemente requería poder ponerla en evidencia para hacer que se corte definitivamente.

Pero, también, me hace estar atento por si llega a surgir alguna otra.

Me dijeron: “No se haga problema pues yo le limpio el piso” pero sabía esa no era la solución que debía pretender.

Otro me dijo: “La gotera está en tal lado” pero no podía manejarme por lo que me habían dicho. Debía tener certezas y, para ello, tener pruebas haciendo pruebas.

Fue un buen tiempo de pruebas lo que me llevó a la ubicación de la pequeña grieta.

Pasó mucho tiempo. En silencio iba realizando pruebas sobre el mismo techo para ir acortando los espacios de las posibilidades y llegar a la grieta.

Hoy sé que el techo continúa siendo válido y que podrán aparecer otras pequeñas grietas.

Hoy sé que no puedo confiarme a debo tener cuidados. Cualquier mancha de humedad debe ser un llamado de atención que no debo descuidar.

Hoy tengo la convicción de que, por más que el techo tenga su cuidado, el agua siempre realiza su trabajo.

No porque tenga necesidad de producir goteras sino porque siempre ha de introducirse por cualquier grieta que encuentre a su paso.

Tampoco es vivir ocupado por las posibles grietas sino que debo atender a ellas cuando aparece una insignificante mancha de humedad.

Mientras tanto seguir disfrutando la existencia de un techo que, por sus años, ya deja entrever signos de debilidad.

Seguir valorando su existencia que nos brinda protección y dando a aquellas paredes sentido y utilidad.

Continuar valorando la visión de quien construyó aquel techo grande que nos permite ser útiles por más que ya manifieste alguna grieta propia de su debilidad.

Es salón continúa siendo válido por más que haya existido esa gotera.

El salón seguirá prestando su servicio por más que le haya descuidado como para permitir que aquella pequeña grieta se hiciese gotera.

Quizás mañana aparecerá otra por algún otro lado y habrá que continuar prestando atención porque el techo es débil y da muestras de ello.

Hoy, simplemente, me limito a esperar haya podido sortear la existente y esperando la mancha de humedad desaparezca.

 

Padre Martin Ponce de Leon SDB