El hombre como ser espiritual
P. Fernando Pascual
25-7-2020
En el pasado y en el presente
algunas teorías han presentado al ser humano como espiritual, y otras como
material.
En cada grupo
(espiritualistas, materialistas), hay matices que muestran la complejidad del
estudio sobre el hombre.
Para quienes consideran al
hombre como algo simplemente material, o al menos como destinado a una
aniquilación completa, no habría ninguna existencia personal tras la muerte.
En cambio, quienes consideran
al hombre como ser espiritual, admiten una existencia tras la muerte, una
eternidad que inicia después del último suspiro.
Según se adopte una u otra
posición, cambia radicalmente el modo de ver la vida presente. Un materialista
ve el tiempo actual como lo único relevante, sin consecuencias en vidas futuras
que no existen.
Quien admite la espiritualidad
del alma humana, la vida presente es importante, pero no es lo único
importante. O, mejor, reviste una importancia especial porque prepara y decide
lo que será la vida tras la muerte.
Por eso resulta necesario
estudiar si el hombre sea o no sea un ser espiritual. Según lo que uno llegue a
concluir, orientará su propia vida y verá las vidas de los demás de modos
completamente diferente.
Es cierto que en asuntos concretos
un materialista y un espiritualista pueden trabajar juntos y compartir ideales
buenos, como la defensa de la justicia y la promoción de los derechos humanos.
Pero incluso en lo que
compartan, sus modos de pensar son diferentes, pues quienes no admiten otra
vida tendrán que reconocer que muchos seres humanos terminan su única
existencia en el fracaso más completo.
En cambio, quienes defienden
la existencia de una vida tras la muerte, saben que todos los seres humanos,
también aquellos que aquí han tenido existencias “fracasadas”, serán rescatados
por un Dios para quien existe una justicia completa, y para quien todos y cada
uno tenemos un valor único, porque nos ama como hijos...