TE VI

 

Un grupo de personas se encontraban en importante movimiento.

Iban y venían entre maderas, chapas y gente.

Eran de varias edades pero todos abocados a una misma tarea.

Allí, entre todos ellos, estabas Tú.

Eras la voz que explicaba lo que había que hacer.

Eras las manos que acercaban un trozo de chapa.

Eras Tú en cada uno de los presentes. En los que ayudaban y en los que se dejaban ayudar.

Siempre que alguien brinda una mano solidaria y generosa Tú estás presente.

Eres el que vive a la intemperie y el que se anima a salir a la intemperie para brindar su solidaridad.

Eras Tú con las manos cubiertas por unos guantes de colores distintos.

Eras Tú con las manos curtidas de callos y suciedad.

Allí no había boato ni lujos desmedidos. Apenas si había lo elemental y necesario.

Allí no había ritos que cumplir sino la prisa por brindar una solución.

Cuando me retiré de aquel lugar lo hice con la certeza de haber presenciado un encuentro muy vivo y encarnado de Tu presencia.

Son esas celebraciones de la vida las que te hacen nacer una sonrisa.

Son esas celebraciones las que prolongan tu presencia viva entre nosotros.

Si Tú eres sacramento del amor de Dios para con la humanidad esas realidades son sacramento de tu amor por los demás.

Allí no eras uno sino que eras muchos inmersos en una misma celebración.

La celebración de la cercanía hecha gesto concreto.

La celebración de la vida hecha solidaridad.

La celebración de la vida hecha manos que comparten y ayudan.

La celebración del amor hecha tiempo concreto al servicio de otros.

La celebración del compartir hecha tarea concreta.

La celebración del ser humano que se deja ayudar a tener un algo más de dignidad.

Allí estabas Tú y eso era indudable aunque muchos no te conocieran de verdad.

Estabas Tú y no utilizaban fórmulas establecidas para hablarte. Utilizaban el lenguaje de lo concreto y de lo necesario para progresar en la tarea. Utilizaban el lenguaje de lo cotidiano hecho esfuerzo para solucionar dificultades.

Estabas Tú y ello era notorio aunque ninguno te tratase con reverencias puesto que eras uno más entre todos y tal cosa era notoria.

Cuando me retiré de aquel lugar te deba gracias de haber podido observar aquella celebración tan de tu agrado.

Me preguntaba ¿cuántas personas podrían entender aquella celebración tan tuya?

Me preguntaba ¿cuántas personas podrían aceptar esa celebración como tuya?

Me preguntaba ¿cuántas personas podrían vivir un acontecimiento así como una celebración de tu agrado?

Me preguntaba ¿cuántas personas podrían aceptar que lo tuyo dice de la vida que se promueve aunque más no sea en un algo un poco más digno?

Debo reconocer que TE VI y ello hacía estallar de gozo mi interior.

Debo reconocer que TE VI y ello hacía crecer mi gratitud porque continúas presente pero te ocultas a los ojos de los sabios y poderosos para manifestarte a los de corazón sencillo y solidario.

Sigues siendo un profundo misterio al que debemos intentar descubrir desde la grandeza del corazón y la incomprensión de muchos.

Sigues siendo un inmenso regalo para aquellos que no dudan en hacerse un tiempo para brindarse desinteresadamente a los demás.

Sigues siendo un alguien que espera una mano para vivir con un trozo más de dignidad.

TE VI y no puedo dejar de reconocer que es muy gratificante conocer seres que te hacen presente con tanta espontaneidad y fortaleza.

 

Padre Martin Ponce de Leon SDB