COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO

CAPÍTULO TERCERO: 1

Padre Arnaldo Bazán

 

"Por aquellos días aparece Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: “Conviértanse porque ha llegado el Reino de los Cielos”(3,1-2).

 

No fue esta la primera aparición de Juan en los evangelios. Fue un personaje tan importante que los cuatro evangelistas tuvieron que referirse a él de alguna manera. Así Marcos, lo nombra en el capítulo 1 de su evangelio. Juan, en el prólogo de su evangelio, dirá: "Hubo un hombre, enviado por Dios: se llamaba Juan. Este vino para un testimonio, para dar testimonio de la luz, para que todos creyeran por él. No era él la luz, sino quien debía dar testimonio de la luz"(1,6-8).

 

Lucas, por su parte, es quien nos refiere todo lo referente al nacimiento de Juan, y como su madre Isabel, que era parienta de María, recibió la visita de ésta, que ya estaba embarazada, y prorrumpió en alabanzas a Dios, pues su hijo Juan, todavía en su vientre, saltó de gozo al sentir la presencia del Salvador en el vientre de María (ver todo el capítulo 1 de Lucas). Como vemos los cuatro evangelistas nombran al Bautista en el comienzo de sus evangelios.

 

Juan empieza su ministerio después de haber pasado años de preparación en la vida áspera y dura del desierto. Y su predicación tiene un solo fin: anunciar la llegada del Reino de los Cielos.

 

El fue escogido directamente por Dios para ser el precursor, el que prepararía la labor apostólica de Jesús.

 

Desde principio a fin su espacio sería el mismo desierto de Judea donde había vivido por años, pero su predicación era tan poderosa que pronto atrajo a verdaderas multitudes que se agolpaban en torno a él.

 

Esto demuestra el hambre de Dios que los judíos tenían por entonces, cansados de la hueca predicación de los doctores de la Ley y los fariseos, que insistían en las minucias de la Ley, pero sin adentrarse en una verdadera forma de vivir, que era lo más importante de la misma.

 

Juan, por el contrario, sin miedo alguno, se entregó por completo a afirmar, por un lado, que el Reino de Dios estaba ya cerca, y por el otro que había que prepararlo con un cambio en el corazón.

 

De ahí que clamara por la necesidad del arrepentimiento, lo que significa no sólo reconocer los pecados, sino estar dispuestos a cambiar la vida, para actuar conforme a los mandatos del Señor.

 

La expresión “el Reino de los Cielos” es usada sólo por Mateo, ya que los otros evangelistas dirán “el Reino de Dios”. Desde luego que las dos expresiones significan exactamente lo mismo, aunque la de Mateo, segun los especialistas, “tiene un sabor más hebreo y primitivo”.

 

Arnaldo Bazán