Una extraña anomalía en el
lenguaje inclusivo
P. Fernando Pascual
4-7-2020
Diversas personas han señalado
una extraña anomalía en el uso del lenguaje así llamado “inclusivo”. Tal
fenómeno consiste en usar ese lenguaje en algunos contextos y en no usarlo en
otros.
Así, los promotores del
lenguaje inclusivo hablan de los europeos y las europeas, de los obreros y las
obreras, de los campesinos y las campesinas, de los ciudadanos y las
ciudadanas.
En cambio, se habla poco, y en
algunos casos no se habla nunca, de los contagiados y las contagiadas, de los
muertos y las muertas, de los corruptos y las corruptas, de los violentos y las
violentas, de los asesinos y las asesinas.
¿En qué consiste la anomalía?
En el uso del lenguaje inclusivo en contextos neutros o positivos, y en el no
uso de tal lenguaje para palabras que pudieran tener una connotación negativa o
menos simpática.
Habría que ver si tal anomalía
es simplemente un resultado inconsciente de modos de hablar que se fijan en lo
inclusivo para unos contextos y no lo ven relevante en otros contextos.
También podría tratarse de una
opción consciente: usar el lenguaje inclusivo allí donde subrayar la existencia
de la polaridad masculino-femenino parecería relevante y enriquecedora, y
dejarla a un lado en contextos donde se supone que no tendría importancia
alguna o que podría ser contraproducente.
O quizá simplemente se busca
evitar alusiones a lo negativo cuando se habla de mujeres, para emplear tales
alusiones solamente cuando se habla de hombres (o del genérico “los” que
comprende a ambos sexos), con un deseo más o menos explícito de destacar lo
malo solo respecto de lo masculino.
Sea cual sea el origen de esta
anomalía, muestra que la opción reiterativa por emplear lenguaje exclusivo no
solo a veces resulta artificiosa, sino incluso poco coherente con lo que podría
ser su principio básico: reconocer que en todos los asuntos humanos, positivos
o negativos, existen hombres y mujeres.
Lo cual era algo claro, y lo
sigue siendo, en el uso “tradicional” del lenguaje, donde el empleo de ciertos
plurales (las personas, los seres humanos, los estudiantes, los trabajadores,
los participantes) o calificativos (los honrados, los delincuentes, los
sinceros, los mentirosos) incluyen automáticamente tanto a los hombres como a
las mujeres.