Algunos retos ante las
propuestas de Peter Singer
P. Fernando Pascual
20-6-2020
Peter Singer, filósofo y
animalista de fama internacional, hace una serie de propuestas que se
convierten en retos para la reflexión pues merecen ser respondidas adecuadamente.
Hay que señalar, inicialmente,
que Singer se coloca en un pensamiento “clásico” que va contra el relativismo y
el subjetivismo que dominan en algunos entornos culturales y filosóficos,
porque está convencido de que a través de la discusión y el razonamiento
podemos alcanzar un punto de vista más amplio.
¿En qué consiste tal punto de
vista? En tomar en consideración el universo, lo general, hasta el punto de
llevarnos a vivir con más ética, es decir, con más altruismo, según un modo
especial de entender estos términos.
Se podría decir, entonces, que
Singer sería parte de la “Ilustración”, ya que confía en que la razón, a través
de una buena educación, sería suficiente para mejorar al ser humano, más allá
de los prejuicios y errores que, según él, perviven en tradiciones religiosas o
de otro tipo.
Creemos, sin embargo, que la
razón humana no solo no llega a las tesis de Singer, sino que, usada
adecuadamente, conduciría a tesis muy diferentes. Y esto en tres áreas en las
que nuestro autor merece ser discutido: la antropología, la ética, y la
bioética.
En cuanto a la antropología,
muchos filósofos se han preguntado si exista y cuál sea la especificidad del
ser humano. Las respuestas han sido heterogéneas, y giran entre dos polos
fundamentales: aquellos que ven al hombre como un ser explicable solo de
acuerdo con las leyes inmanentistas del universo; y
aquellos que ven al hombre como un ser que posee algo que va más allá más allá
de los límites del mundo material, es decir, como un “ciudadano de dos mundos”,
el de la materia y el del espíritu.
Singer considera que un modo
de interpretar a Darwin llega a negar que exista la espiritualidad del ser
humano y, en consecuencia, es incorrecto pensar en una diferencia radical entre
humanos y animales. Desde esa perspectiva, sostiene que no todas las vidas
humanas tengan el mismo valor, pues solo lo tendrían aquellas vidas (humanas o
no humanas) con ciertas características, como por ejemplo la autoconciencia y
elaborar proyectos para el futuro.
Aceptar la visión
antropológica de Singer (hombres y animales no son radicalmente diferentes, no
todos los hombres son iguales en dignidad) llevaría a quienes defienden el uso
de animales en la experimentación a admitir también la posibilidad de
experimentar con aquellos niños (o adultos en estado vegetativo persistente)
que tengan un grado de conciencia igual o inferior que el poseído por tantos
animales utilizados en los experimentos.
En otras palabras, admitir un
darwinismo ideológico como el de Singer llevaría a compartir las conclusiones
de este autor, y de otros autores que piensan como él (como J. Rachels y E.O. Wilson), al negar que exista una dignidad
superior de la especie humana sobre otras especies.
En cambio, cuando a través de
una buena reflexión filosófica reconocemos la presencia en la especie humana de
una dimensión espiritual que va más allá de las leyes de la biología y la
física, se alcanza la certeza de que cada ser humano posee una vida que dura
más allá de la muerte.
En cuanto a la ética, Singer
ayuda a resaltar algunas incoherencias de diferentes propuestas éticas, tanto a
nivel teórico como a nivel aplicativo, que están presentes en buena parte de la
cultura contemporánea. Como alternativa, intenta construir, a partir de los presupuestos
del utilitarismo, una ética que considera más coherente y más rigurosa (es
decir, justificada).
Pero su propuesta incurre en
serios errores precisamente por no poder entender la conexión entre ética,
antropología y metafísica. La importancia de los resultados y la atención al
placer e intereses de las personas ciertamente juegan un papel importante en la
ética, como explica Singer; pero la ética solo puede ser completa cuando
reconoce en el ser humano las aspiraciones y necesidades profundas que surgen
de su naturaleza espiritual y que solo serían plenamente alcanzables en una
vida más allá de la muerte.
Respecto a la bioética, Singer
tiene cierta razón al indicar algunas contradicciones de las sociedades que
admiten el aborto, pero rechazan el infanticidio o la eutanasia. Según este
filósofo australiano, la visión a través de la cual se considera éticamente
legalizables ciertos abortos es esa misma visión que abre el espacio al
infanticidio en condiciones similares, y a la plena liberalización de la
eutanasia voluntaria y del suicidio asistido, según una noción de calidad de
vida que proviene tanto de la antropología como de la ética de muchos
contemporáneos.
En cambio, cuando superamos
los límites de la antropología y de la ética de Singer, llegamos a conclusiones
totalmente diferentes, con el simple uso de la razón. Por ejemplo, sería
posible comprender que cada aborto es un acto contra la justicia, un delito, y
que la calidad de vida no es el único criterio en las propuestas bioéticas,
pues solo tiene sentido pleno si está unida a otra visión, la que admite la
importancia de la sacralidad de la vida.
Peter Singer sigue siendo un
paradigma de lo que puede ser el punto de llegada de quienes conciben la vida y
el lugar del hombre en el universo sin ninguna apertura a la transcendencia. En
otras palabras, es un buen ejemplo del esfuerzo de la Ilustración por elaborar
una ética coherente capaz de llevar a los seres humanos hacia un mundo
hipotéticamente mejor.
Pero este punto de llegada
está lleno de errores precisamente porque depende de suposiciones insuficientes
y engañosas, que están presentes en la cultura contemporánea y que han de ser
corregidas y superadas con un buen uso de la razón.
Este sería uno de los grandes
desafíos que Peter Singer deja a la antropología, a la ética y a la bioética.
Responder adecuadamente no solo ayudará a promover una mejor bioética, sino que
también servirá para superar las inconsistencias de muchos países que han
legalizado el aborto o la eutanasia, y para proteger el derecho a la vida de
todo ser humano dotado de una dignidad intrínseca y abierto al horizonte de una
vida más allá de la muerte.