COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO
CAPÍTULO SEGUNDO: Cuatro

Padre Arnaldo Bazán

"Entonces Herodes llamó aparte a los magos y por sus datos precisó el tiempo de la aparición de la estrella. Después, enviándolos a Belén, les dijo: “Vayan e indaguen cuidadosamente sobre ese niño; y cuando le encuentren, comuníquenmelo para ir también yo a adorarle”(2,7-8).

El carácter malicioso de Herodes daba para todo. El era un tramposo que estaba dispuesto a usar de cualquier medio para conseguir lo que quería.

De modo que, después de haber conocido por los sacerdotes y doctores de la ley que, efectivamente, el pueblo de Israel esperaba a un Mesías que habría de nacer en Belén, ideó un plan macabro.

Lo primero fue convertir a aquellos magos en sus cómplices. Los dejaría ir a averiguar dónde había nacido aquel niño que ellos llamaban “rey de los judíos”. Pero primero los convenceria de que él estaba muy interesado en ir también a adorarlo, por lo que les rogaba que no se fueran a su tierra sin volver a informarle.

Claro que a esto agregaría el envío de espías que siguieran a los magos, pues en todo tramposo siempre hay la duda de caer ellos mismos en alguna trampa. Con lo que él no contó fue con los planes de Dios, para quien no valen trampas ni planes maliciosos.

Cuánto tiempo había pasado desde el nacimiento de Jesús no lo sabemos. Hay que suponer que cuando los magos vieron lo que ellos creyeron ser una “estrella”, que les anunciaba el nacimiento del esperado Salvador, rey de los judíos, tuvieron que tomar su tiempo para preparar el viaje.

Otra cosa que ignoramos es si planearon el viaje juntos, si partieron del mismo lugar, o si se conocían previamente. De todos modos, un viaje de esa magnitud, pues se trataría de cientos de kilómetros a lomo de camellos, no se hace en poco tiempo, por más que se quiera.

Aunque no eran reyes, estos hombres gozaban de un gran prestigio, pues dada la ignorancia reinante en aquel entonces, se les consideraba dotados del don de la adivinación, y de poder descifrar los misterios de la vida de cada quien bajo la influencia de los astros. De ahí que se les llamara también “astrólogos”.

Hemos de reconocer que la ignorancia de entonces es muy parecida a la que existe hoy en muchos ambientes. Después de dos mil años, todavía hay quienes creen en la influencia de los astros sobre nuestras vidas, lo que aprovechan los modernos “astrólogos” para hacerse ricos a costa de los tontos que creen en ellos. La historia se repite. Los humanos no aprendemos de los errores ajenos.

Arnaldo Bazán