COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO
CAPÍTULO SEGUNDO: CINCO

Padre Arnaldo Bazán

"Ellos, después de oír al rey, se pusieron en camino, y he aquí que la estrella que habían visto en el Oriente iba delante de ellos, hasta que llegó y se detuvo encima del lugar donde estaba el niño. Al ver la estrella se llenaron de inmensa alegría"(2,9-10).

La Iglesia llama a la fiesta en la que recordamos el anuncio que Dios hiciera, por medio de una señal en el firmamento, a aquellos “magos de Oriente”, EPIFANÍA. Esta palabra griega significa “manifestación”.

Lo importante no es lo que ellos vieron, sino el significado que tuvo para ellos. Acostumbrados a detectar, a veces ilusamente, como pasa con los astrólogos, los movimientos de los astros, pudieron haberse equivocado si sólo hubiesen contado con sus propios cálculos.

Pues cuando miramos hacia arriba en una noche oscura, vemos titilar las lejanas estrellas y brillar los planetas que comparten con la tierra nuestro sistema solar.

De vez en cuando aparecen estrellas fugaces, y más raramente algún que otro cometa. Hay lugares en la tierra donde pueden admirarse muchos de estos fenómenos de manera especial. Hay quienes tratan de traducir algunos de ellos como señales misteriosas, formas de comunicación de seres inteligentes de otras galaxias, y hasta descubren extraños aparatos sin identificar que piensan son naves espaciales venidas de lejanos lugares del Universo.

Pero los magos descubrieron, en el brillo especial de aquel astro que ellos creyeron una “estrella”, un anuncio singular. Ya anteriormente habían tenido noticia de que los judíos esperaban un salvador, un Mesías, que vendría a liberarlos del poder de Roma para instaurar un reino glorioso. Al ver la “estrella” se convencieron de que era Dios mismo el que les anunciaba que este acontecimiento estaba a punto de ocurrir.

No se equivocaron. Fue Dios quien se les “manifestó”, seguramente porque su corazón estaba lleno de amor y su mente abierta a la revelación divina.

Fue Dios el que les hizo ver, en aquel fenomeno cósmico, el anuncio de que su Hijo estaba para nacer en un mundo necesitado de amor, de bondad, de arrepentimiento y conversión.

Y este Salvador que ellos también esperaban no era sólo para los judíos. Esa “manifestación” confirmaba lo dicho por los profetas, de que el Mesías seria un redentor para toda la humanidad.

Todos los pueblos de la tierra serían invitados por El, pues no vendria al mundo a condenar al mundo, sino que el mundo se salvaría por El. Sólo en El encontraremos la salvación.

Arnaldo Bazán