COMENTARIOS AL EVANGELIO DE SAN MATEO
CAPÍTULO SEGUNDO: 3

Padre Arnaldo Bazán

"Ellos le dijeron: “En Belén de Judea, porque así está escrito por medio del profeta: Y tú, Belén, tierra de Judá, no eres, no, la menor entre los principales clanes de Judá; porque de ti saldrá un caudillo que apacentará a mi pueblo Israel”(2,5-6).

En la Biblia aparece varias veces el nombre de Belén, o Belén Efrata.

Ya en Génesis 35,19, se dice que Raquel, la esposa amada de Jacob, fue sepultada en el camino de Efrata, o sea Belén. Este nombre significa “casa del pan”.

De allí era Noemí, la suegra de Rut, de la que se habla en el libro de ese nombre. Muertos su marido y sus hijos decide volver a su tierra desde Moab, a donde habían marchado años atrás. La acompañan sus dos nueras, aunque luego sólo una, Rut, se queda con ella a vivir en Belén (ver Rut 1,20).

A Belén fue enviado el profeta Samuel a ungir a David, el más pequeño de los hijos de Jesé, como rey de Israel (1 Samuel 16,1-13).

Siglos más tarde el profeta Miqueas anunciaría que alguien originario de Belén de Judá se convertiría en un rey que restauraría la dinastía de David y la grandeza de su pueblo. La cita con la que responden los doctores a Herodes es de Miqueas 5,1.

Esto nos indica claramente que el nacimiento de Jesús no es un hecho aislado. El no es alguien que aparece de pronto, ya que su nacimiento ha sido preparado durante siglos, desde Abraham, a quien Dios le prometió que se convertiría en padre de numerosos pueblos por vía de alguien que habría de nacer casi veinte siglos después.

Así le diría Jesús a un grupo de judíos que lo interpelaban: Su padre Abraham se regocijó pensando en ver mi Día; lo vio y se alegró. Entonces los judíos le dijeron: “¿Aún no tienes cincuenta años y has visto a Abraham?” Jesús les respondió: “En verdad, en verdad les digo: antes de que Abraham existiera, Yo Soy” (Juan 8,56-58).

Jesús no vino para salvar sólo a los judíos. Aunque los profetas hablan claramente de la universalidad de la salvación que el Mesías vendría a realizar, muchos israelitas tenían sobre esto un concepto equivocado, creyendo que la salvación sería sólo para ellos.

Esa fue la razón principal por la que lo rechazaron, ya que se daban cuenta de que Jesús no demostraba ser ni un caudillo político, ni uno dispuesto a tomar el poder como rey, sino alguien que hablaba de un hipotético Reino de los Cielos.

Si bien su predicación despertó mucho entusiasmo, llegando a ser muy popular, con todo al final la mayoría lo abandonó y sólo quedaron unos pocos discípulos, que fueron los elegidos para comenzar la gran tarea de anunciar al mundo su redención.

Arnaldo Bazán