COMENTARIOS AL
EVANGELIO DE SAN MATEO
CAPÍTULO SEGUNDO: 1
Padre Arnaldo Bazan
"Nacido Jesús en Belén de Judea, en tiempo del rey
Herodes, unos magos que venían del Oriente se presentaron en Jerusalén,
diciendo: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Pues vimos su
estrella en el Oriente y hemos venido a adorarle”(2,1-2).
Mateo es preciso al señalar que Jesús nació en tiempos del
rey Herodes. Esto es importante para saber que si Herodes murió en el año 4
a.C., el cálculo de Dionisio el Breve en el siglo IV fue erróneo, pues hizo
comenzar la era cristiana pocos años después del nacimiento de Cristo.
Otro dato es que cuando los magos llegaron a Belén ya había
pasado algún tiempo, no sabemos cuánto, del nacimiento de Jesús. Algunos
exegetas consideran que pudo haber sido hasta un año después.
Esto, realmente, no es importante, como tampoco lo es el
número de los magos. Mateo en esto es impreciso, pues sólo dice “unos magos”.
Tampoco es preciso el evangelista en cuanto al lugar de donde
venáan. “El Oriente” es una región muy extensa, donde
habáa una gran cantidad de pueblos diferentes, de ahá que algunos hayan pensado en Persia, en Arabia o en
otros países.
Sea de ello lo que fuere, tenemos que descubrir en este
acontecimiento la mano de Dios. Estos magos, que ciertamente no eran reyes,
como no sea en la imaginación infantil, debieron ser estudiosos de las
estrellas. Los agoreros, los astrólogos y otros achacan a las estrellas muchos
de los disparates que dicen.
Estos parecían ser gente seria, que conociendo las profecías
judías, y guiados por el Espíritu, descubrieron una señal que ellos, en su
ignorancia astronómica, supusieron una estrella. Algunos científicos han optado
por pensar que fue un cometa, pues las estrellas están muy lejanas y viajan a velocidades
de vértigo.
Pero esa señal fue para ellos una llamada de atención, una
invitación sin recurso de huida, tomando la determinación de seguir su pista,
porque algo grande estaba por pasar en el mundo.
Dios, ciertamente, así lo permitió. En ellos se estaban
cumpliendo ya las profecías, como ésta de Isaáas:
Caminarán las naciones a tu luz, y los reyes al resplandor de tu alborada. Alza
los ojos en torno y mira: todos se reúnen y vienen a ti. Tus hijos vienen de
lejos, y tus hijas son llevadas en brazos. Tú entonces al verlo te pondrás
radiante, se estremecerá y se ensanchará tu corazón, porque vendrán a ti los
tesoros del mar, las riquezas de las naciones vendrán a ti. Un sin fin de
camellos te cubrirá, jóvenes dromedarios de Madián y Efá. Todos ellos de Sabá vienen
portadores de oro e incienso y pregonando alabanzas a Yahveh.
Arnaldo Bazán